ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
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Memoria de la Iglesia

Recuerdo de san Atanasio, obispo de Alejandría (295-373) y doctor de la Iglesia. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia
Jueves 2 de mayo

Salmo responsorial

Salmo 49 (50)

El Dios de los dioses, Yahveh, habla
y convoca a la tierra desde oriente hasta occidente.

Desde Si?n, la Hermosa sin par, Dios resplandece,

viene nuestro Dios y no se callar?.
Delante de ?l, un fuego que devora,
en torno a ?l, violenta tempestad;

convoca a los cielos desde lo alto,
y a la tierra para juzgar a su pueblo.

?Congregad a mis fieles ante m?,
los que mi alianza con sacrificio concertaron!

Anuncian los cielos su justicia,
porque es Dios mismo el juez. Pausa.

Escucha, pueblo m?o, que hablo yo,
Israel, yo atestiguo contra ti,
yo, Dios, tu Dios.

No es por tus sacrificios por lo que te acuso:
?est?n siempre ante m? tus holocaustos!

No tengo que tomar novillo de tu casa,
ni machos cabr?os de tus apriscos.

Pues m?as son todas las fieras de la selva,
las bestias en los montes a millares;

conozco todas las aves de los cielos,
m?as son las bestias de los campos.

Si hambre tuviera, no habr?a de dec?rtelo,
porque m?o es el orbe y cuanto encierra.

?Es que voy a comer carne de toros,
o a beber sangre de machos cabr?os?

Sacrificio ofrece a Dios de acci?n de gracias,
cumple tus votos al Alt?simo;

"e inv?came en el d?a de la angustia,
te librar? y t? me dar?s gloria."

"Pero al imp?o Dios le dice:
""?Qu? tienes t? que recitar mis preceptos,
y tomar en tu boca mi alianza, "

t? que detestas la doctrina,
y a tus espaldas echas mis palabras?

Si a un ladr?n ves, te vas con ?l,
alternas con ad?lteros;

sueltas tu boca al mal,
y tu lengua trama enga?o.

Te sientas, hablas contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre.

Esto haces t?, ?y he de callarme?
?Es que piensas que yo soy como t??
Yo te acuso y lo expongo ante tus ojos.

?Entended esto bien los que olvid?is a Dios,
no sea que yo arrebate y no haya quien libre!

"El que ofrece sacrificios de acci?n de gracias me da gloria,
al hombre recto le mostrar? la salvaci?n de Dios."

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.