ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or
Martes 16 de junio

Salmo responsorial

Salmo 43 (44)

Oh Dios, con nuestros propios o?dos lo o?mos,
nos lo contaron nuestros padres,
la obra que t? hiciste en sus d?as,
en los d?as antiguos,

y con tu propia mano.
Para plantarlos a ellos, expulsaste naciones,
para ensancharlos, maltrataste pueblos;

no por su espada conquistaron la tierra,
ni su brazo les dio la victoria,
sino que fueron tu diestra y tu brazo,
y la luz de tu rostro, porque los amabas.

T? s?lo, oh Rey m?o, Dios m?o,
decid?as las victorias de Jacob;

por ti nosotros hund?amos a nuestros adversarios,
por tu nombre pis?bamos a nuestros agresores.

No estaba en mi arco mi confianza,
ni mi espada me hizo vencedor;

que t? nos salvabas de nuestros adversarios,
t? cubr?as de verg?enza a nuestros enemigos;

en Dios todo el d?a nos glori?bamos,
celebrando tu nombre sin cesar. Pausa.

Y con todo, nos has rechazado y confundido,
no sales ya con nuestras tropas,

nos haces dar la espalda al adversario,
nuestros enemigos saquean a placer.

Como ovejas de matadero nos entregas,
y en medio de los pueblos nos has desperdigado;

vendes tu pueblo sin ventaja,
y nada sacas de su precio.

De nuestros vecinos nos haces la irrisi?n,
burla y escarnio de nuestros circundantes;

mote nos haces entre las naciones,
meneo de cabeza entre los pueblos.

Todo el d?a mi ignominia est? ante m?,
la verg?enza cubre mi semblante,

bajo los gritos de insulto y de blasfemia,
ante la faz del odio y la venganza.

Nos lleg? todo esto sin haberte olvidado,
sin haber traicionado tu alianza.

?No hab?an vuelto atr?s nuestros corazones,
ni hab?an dejado nuestros pasos tu sendero,

para que t? nos aplastaras en morada de chacales,
y nos cubrieras con la sombra de la muerte!

Si hubi?semos olvidado el nombre de nuestro Dios
o alzado nuestras manos hacia un dios extranjero,

?no se habr?a dado cuenta Dios,
?l, que del coraz?n conoce los secretos?

Pero por ti se nos mata cada d?a,
como ovejas de matadero se nos trata.

?Despierta ya! ?Por qu? duermes, Se?or?
?Lev?ntate, no rechaces para siempre!

?Por qu? ocultas tu rostro,
olvidas nuestra opresi?n, nuestra miseria?

Pues nuestra alma est? hundida en el polvo,
pegado a la tierra nuestro vientre.

?Alzate, ven en nuestra ayuda,
resc?tanos por tu amor!

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.