ORACIÓN CADA DÍA

Navidad del Se?or
Palabra de dios todos los dias

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Libretto DEL GIORNO
Navidad del Se?or

Primera Lectura

Isa?as 9,1-3.5-6

El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande.
Los que viv?an en tierra de sombras,
una luz brill? sobre ellos.
Acrecentaste el regocijo,
hiciste grande la alegr?a.
Alegr?a por tu presencia,
cual la alegr?a en la siega,
como se regocijan
repartiendo bot?n. Porque el yugo que les pesaba
y la pinga de su hombro
- la vara de su tirano -
has roto, como el d?a de Madi?n. Porque una criatura nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado.
Estar? el se?or?o sobre su hombro,
y se llamar? su nombre
"Maravilla de Consejero",
"Dios Fuerte",
"Siempre Padre",
"Pr?ncipe de Paz". Grande es su se?or?o y la paz no tendr? fin
sobre el trono de David y sobre su reino,
para restaurarlo y consolidarlo
por la equidad y la justicia,
Desde ahora y hasta siempre,
el celo de Yahveh Sebaot har? eso.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.