ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El Esp?ritu del Se?or est? sobre ti,
el que nacer? de ti ser? santo.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Eclesiast?s 9,13-18

Tambi?n he visto otro acierto bajo el sol, y grande, a juicio m?o: Una ciudad chiquita, con pocos hombres en ella. Llega un gran rey y le pone cerco, levantando frente a ella empalizadas potentes. Encontr?base all? un hombre pobre y sabio. El pudo haber librado la ciudad gracias a su sabidur?a, ?pero nadie par? mientes en aquel pobre! Y yo me digo:
M?s vale sabidur?a que fuerza;
pero la sabidur?a del pobre se desprecia y sus
palabras no se escuchan. Mejor se oyen las palabras sosegadas de los sabios que los gritos del soberano de los necios. M?s vale sabidur?a que armas de combate,
pero un solo yerro echa a perder mucho bueno.

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

He aqu? Se?or, a tus siervos:
h?gase en nosotros seg?n tu Palabra.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Con una peque?a par?bola Coh?let muestra la "fuerza d?bil" de la sabidur?a (vv. 13-16). La peque?a ciudad, asediada por el "gran rey", que pudo haber sido salvada por la sabidur?a de un pobre hombre que sin embargo era sabio. La ense?anza clara de Coh?let es que la sabidur?a tiene un poder superior al de la pol?tica y las armas. Es un poder "d?bil", en el sentido de que no est? ligado a los medios de este mundo. Y a menudo, efectivamente, es despreciada por los hombres: "La sabidur?a del pobre se desprecia y sus palabras no se escuchan" (v. 16). Es de veras m?s "fuerte" que los medios de este mundo, es una ense?anza que recorre muchas p?ginas de la Escritura. En los Proverbios, por ejemplo, se lee: "El sabio asaltar? la ciudad de los fuertes y derribar? la fortaleza que la proteg?a" (21, 22). Sin embargo los hombres no alcanzan a comprender en absoluto la fuerza d?bil de la sabidur?a. Se?ala Coh?let que "nadie par? mientes en aquel pobre" (v. 15): nadie hizo caso de aquel pobre hombre. A pesar de la incapacidad de apreciar adecuadamente al sabio, Coh?let reafirma: "M?s vale sabidur?a que fuerza" (v. 16). Como comentario de esta par?bola sigue un proverbio que se puede expresar as?: "Las palabras de los sabios, dichas con serenidad, son m?s dignas de escuchar que los gritos del rey de los locos". A menudo se escucha a quien grita m?s fuerte y no a quien habla de forma m?s sabia. Con otro proverbio el autor quiere mostrar la facilidad con la que podemos volver in?til la sabidur?a. La sabidur?a es fuerte en s? misma, es m?s poderosa que las armas de guerra -se?ala Coh?let-, pero nosotros podemos frustrarla con nuestra necedad y superficialidad.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.