ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Madre del Se?or

Memoria del ap?stol Bartolom? de Can? de Galilea. Su cuerpo se custodia en la iglesia de San Bartolomeo de la isla Tiberina, en Roma, convertida en lugar de memoria de los "Nuevos m?rtires". Recuerdo de Jerry Essan Masslo, sudafricano, pr?fugo en Italia acogido por la Comunidad de Sant'Egidio que fue asesinado por delincuentes. Con ?l recordamos a todos los pr?fugos.
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Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or

Memoria del ap?stol Bartolom? de Can? de Galilea. Su cuerpo se custodia en la iglesia de San Bartolomeo de la isla Tiberina, en Roma, convertida en lugar de memoria de los "Nuevos m?rtires". Recuerdo de Jerry Essan Masslo, sudafricano, pr?fugo en Italia acogido por la Comunidad de Sant?Egidio que fue asesinado por delincuentes. Con ?l recordamos a todos los pr?fugos.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Esp?ritu del Se?or est? sobre ti,
el que nacer? de ti ser? santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Juan 1,45-51

Felipe se encuentra con Natanael y le dice: ?Ese del que escribi? Mois?s en la Ley, y tambi?n los profetas, lo hemos encontrado: Jes?s el hijo de Jos?, el de Nazaret.? Le respondi? Natanael: ??De Nazaret puede haber cosa buena?? Le dice Felipe: ?Ven y lo ver?s.? Vio Jes?s que se acercaba Natanael y dijo de ?l: ?Ah? ten?is a un israelita de verdad, en quien no hay enga?o.? Le dice Natanael: ??De qu? me conoces?? Le respondi? Jes?s: ?Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.? Le respondi? Natanael: ?Rabb?, t? eres el Hijo de Dios, t? eres el Rey de Israel.? Jes?s le contest?: ??Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.? Y le a?adi?: ?En verdad, en verdad os digo: ver?is el cielo abierto y a los ?ngeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.?

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aqu? Se?or, a tus siervos:
h?gase en nosotros seg?n tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hoy la Iglesia celebra al ap?stol san Bartolom?. Era originario de Can? de Galilea y el cuarto evangelio lo identifica con el nombre de Natanael (don de Dios). Su amigo Felipe lo llama y lo lleva donde Jes?s, que ve en ?l a "un israelita de verdad". El encuentro con Jes?s es decisivo para ?l. Cambia de vida, deja su casa y a sus familiares y se pone a seguir a Jes?s que lo llamar? a formar parte de los Doce. Despu?s de Pentecost?s, fue a predicar el Evangelio a India y a Armenia, seg?n la tradici?n, donde le arrancaron la piel y muri? m?rtir. Su cuerpo reposa en la Bas?lica romana de San Bartolomeo de la isla Tiberina, santuario de los Nuevos M?rtires del siglo XX. El Evangelio que hemos escuchado nos narra el encuentro de Natanael con Jes?s. Felipe, que ya conoc?a al joven profeta de Nazaret, le explica a Natanael la extraordinaria fuerza de este profeta. Natanael plantea objeciones con el realismo t?pico del hombre honesto: "?De Nazaret puede haber cosa buena?". La honestidad, que Jes?s alaba, no es suficiente para salvarlo. S?lo el encuentro con el profeta de Nazaret ilumina el coraz?n de aquel justo que siente que el Se?or le conoce profundamente. Jes?s le promete que ver? cosas mucho mayores que las que acaba de ver. Esa es su ambici?n para aquel peque?o grupo de seguidores. Tal vez ellos ni siquiera se dan cuenta. Pero el Se?or les conf?a su misi?n. Por eso, m?s adelante, dir? a Pedro y a todos los disc?pulos que le siguen que recibir?n el ciento por uno respecto a lo que han dejado.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.