ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de Jes?s crucificado
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de Jes?s crucificado


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas 6,39-42

Les a?adi? una par?bola: ??Podr? un ciego guiar a otro ciego? ?No caer?n los dos en el hoyo? No est? el disc?pulo por encima del maestro. Todo el que est? bien formado, ser? como su maestro. ?C?mo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ?C?mo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo t? mismo la viga que hay en el tuyo? Hip?crita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podr?s ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Contin?a la lectura del discurso de la llanura seg?n Lucas, correspondiente en parte al de la monta?a que narra Mateo. Lo empezamos el mi?rcoles pasado y terminar? ma?ana. El pasaje de hoy y el de ma?ana constituyen una unidad en la que Jes?s expone una serie de m?ximas llenas de sabidur?a humana y espiritual. Son breves para que podamos recordarlas de memoria y podamos extraer de ellas inspiraci?n para nuestro comportamiento. La imagen del ciego que no puede guiar a otro ciego nos recuerda a todos, y en especial a los que tienen alguna responsabilidad como gu?as, que debemos saber tener los ojos abiertos sobre el Evangelio, que debemos estar atentos a nuestra vida interior, que debemos ver lo que hay de bueno y de hermoso a nuestro alrededor; de lo contrario, seremos ciegos y no podremos ayudar a nadie. Y el indispensable deber de la correcci?n fraterna queda inscrito en este horizonte. Aquel que est? ciego, es decir, aquel que se deja guiar por su avaricia o por su orgullo, cae en la actitud que el Evangelio estigmatiza: ver la brizna que hay en el ojo del otro y no prestar atenci?n a la viga que distorsiona nuestra visi?n. Todos tenemos que vigilar para no transformarnos en jueces fr?os y sobre todo ciegos. Trabajar en nuestra vida interior, velar por una ascesis sobre nuestros instintos nos ayuda a ser m?s fraternos y m?s amigos.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.