ORACIÓN CADA DÍA

Festividad de la exaltaci?n de la Cruz
Palabra de dios todos los dias

Festividad de la exaltaci?n de la Cruz

Fiesta de la exaltaci?n de la Cruz, en recuerdo del hallazgo de la cruz de Jes?s por parte de santa Helena.
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Libretto DEL GIORNO
Festividad de la exaltaci?n de la Cruz

Primera Lectura

N?meros 21,4-9

Partieron de Hor de la Monta?a, camino del mar de Suf, rodeando la tierra de Edom. El pueblo se impacient? por el camino. Y habl? el pueblo contra Dios y contra Mois?s: "?Por qu? nos hab?is subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable." Envi? entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mord?an al pueblo; y muri? mucha gente de Israel. El pueblo fue a decirle a Mois?s: "Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes," Mois?s intercedi? por el pueblo. Y dijo Yahveh a Mois?s: "Hazte un Abrasador y ponlo sobre un m?stil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivir?." Hizo Mois?s una serpiente de bronce y la puso en un m?stil. Y si una serpiente mord?a a un hombre y ?ste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.