ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Mateo 17,22-27

Yendo un d?a juntos por Galilea, les dijo Jes?s: ?El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le matar?n, y al tercer d?a resucitar?.? Y se entristecieron mucho. Cuando entraron en Cafarna?m, se acercaron a Pedro los que cobraban el didracma y le dijeron: ??No paga vuestro Maestro el didracma?? Dice ?l: ?S?.? Y cuando lleg? a casa, se anticip? Jes?s a decirle: ??Qu? te parece, Sim?n?; los reyes de la tierra, ?de qui?n cobran tasas o tributo, de sus hijos o de los extra?os?? Al contestar ?l: ?De los extra?os?, Jes?s le dijo: ?Por tanto, libres est?n los hijos. Sin embargo, para que no les sirvamos de esc?ndalo, vete al mar, echa el anzuelo, y el primer pez que salga, c?gelo, ?brele la boca y encontrar?s un est?ter. T?malo y d?selo por m? y por ti.?

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El evangelista destaca que Jes?s, junto a los disc?pulos, est? todav?a en Galilea. Tal vez estaba a punto de empezar su viaje hacia Jerusal?n y Jes?s, por segunda vez (la primera es en el cap?tulo 16, 21), les dice a los disc?pulos lo que le espera en Jerusal?n: ser? entregado a los jefes del pueblo, lo matar?n pero luego resucitar?. Y una vez m?s los disc?pulos se muestran consternados. Les cuesta realmente abrazar la idea de un Mes?as que sufre a pesar de que la profec?a contenga tambi?n el anuncio de la resurrecci?n. Es la misma dificultad que tenemos tambi?n nosotros. ?Cu?ntas veces escuchamos de manera selectiva para escuchar solo lo que queremos sin dejar que la Palabra que se nos anuncia nos envuelva! Pero el Se?or contin?a caminando con nosotros, tal como hac?a con los disc?pulos de entonces. Mientras vuelven a Cafarna?n, algunos recaudadores de impuestos se acercan a Pedro para saber si Jes?s iba a pagar el tributo establecido para el Templo. No se trata del tributo al C?sar, sino del tributo que todo israelita deb?a dar al templo para su funcionamiento. Aunque Jes?s es "m?s grande que el templo" (12, 6), no evita dicha obligaci?n y ordena a Pedro que vaya a pescar y que, de la boca del pez que pescar?, coja la moneda que deber? dar en el templo. Jes?s no quer?a provocar ning?n esc?ndalo y, al igual que otras veces, no reclama derechos y privilegios que, por otra parte, merece. Ha venido para edificar, y no para escandalizar a la gente. Por eso act?a de manera distinta a lo que cabr?a esperar en ?l. En la misma l?nea, a las pretensiones de los corintios que dec?an: "Todo es l?cito" , el ap?stol Pablo contesta: "S?, mas no todo edifica. Que nadie procure su propio inter?s, sino el de los dem?s" (1 Co 10, 23-24). Su primera preocupaci?n sigue siendo reunir y custodiar a la gente que el Padre le ha confiado. Y por eso es escrupuloso al intentar alejar todo lo que puede provocar esc?ndalos in?tiles. Es una sabidur?a que requiere una gran disciplina interior sobre todo por parte de quien tienen responsabilidades pastorales. Hay que eliminar el instinto de actuar impulsivamente y sin reflexionar. El Se?or contin?a mostr?ndonos que la verdadera sabidur?a es construir el templo espiritual que es la comunidad cristiana.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.