ORACIÓN CADA DÍA

Oraci?n por los enfermos
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Oraci?n por los enfermos


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas 17,1-6

Dijo a sus disc?pulos: ?Es imposible que no vengan esc?ndalos; pero, ?ay de aquel por quien vienen! M?s le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos peque?os. Cuidaos de vosotros mismos. ?Si tu hermano peca, repr?ndele; y si se arrepiente, perd?nale. Y si peca contra ti siete veces al d?a, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonar?s.? Dijeron los ap?stoles al Se?or; ?Aum?ntanos la fe.? El Se?or dijo: ?Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habr?ais dicho a este sic?moro: "Arr?ncate y pl?ntate en el mar", y os habr?a obedecido.?

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Jes?s previene a los disc?pulos de hacer esc?ndalos, es decir, de ser "piedra de tropiezo". Considera tan grave el esc?ndalo que dice que ser?a mejor que quien lo provoca fuera echado al mar con una piedra al cuello. Y tal vez el primer esc?ndalo que los disc?pulos deben evitar es el de contradecir, con su vida, el Evangelio. Si nuestros comportamientos est?n lejos e incluso van en contra del Evangelio, no solo traicionamos al Se?or, sino que nos convertimos en c?mplices de este mundo favoreciendo una vida triste y violenta. Jes?s llama a los disc?pulos a estar atentos a no despreciar el Evangelio. Adem?s, anteriormente hab?a dicho: "si la sal se desvirt?a, ya no sirve para nada m?s que para ser tirada afuera". Los disc?pulos est?n llamados a escuchar cada d?a el Evangelio y a ponerlo en pr?ctica para no traicionarlo y para evitar que el pecado cuaje y arraigue en su vida. Por eso pide a los disc?pulos: "Andad con cuidado". Y luego a?ade que el perd?n tambi?n forma parte del camino del Evangelio. Jes?s conoce bien nuestra fragilidad y sabe que es f?cil caer en el pecado. Por eso nos da la fuerza de perdonar. Misericordia y perd?n deben superar con creces al pecado. Y perdonar "siete veces" significa que hay que perdonar siempre. No se trata obviamente de ser condescendientes con el pecado. Jes?s, de hecho, exige arrepentimiento por la culpa cometida y un cambio de vida. Pero la actitud de misericordia nunca debe faltar, es signo de la presencia de Dios entre los hombres. En este punto los disc?pulos comprenden que la misericordia no nace de ellos mismos, comprenden que el instinto de quedarse anclado en el odio o en la indiferencia es fuerte. Por eso le piden al Se?or: "Aum?ntanos la fe". Jes?s, sorprendi?ndonos tal vez a nosotros tambi?n, responde que basta una peque?a cantidad de fe, una fe como un grano de mostaza. Esta peque?a fe, esta peque?a confianza en Dios, es capaz de hacer milagros. Pid?mosla al Se?or y seremos capaces de arrancar las hierbas amargas del coraz?n de los hombres y de tirarlas al fondo del mar.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.