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Oraci?n por los enfermos
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Oraci?n por los enfermos

Lunes Santo
Aniversario de la muerte de Juan Pablo II. Recuerdo de los m?rtires por causa del Evangelio
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Libretto DEL GIORNO
Oraci?n por los enfermos
Lunes 2 de abril

Lunes Santo
Aniversario de la muerte de Juan Pablo II. Recuerdo de los m?rtires por causa del Evangelio


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Juan 12,1-11

Seis d?as antes de la Pascua, Jes?s se fue a Betania, donde estaba L?zaro, a quien Jes?s hab?a resucitado de entre los muertos. Le dieron all? una cena. Marta serv?a y L?zaro era uno de los que estaban con ?l a la mesa. Entonces Mar?a, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungi? los pies de Jes?s y los sec? con sus cabellos. Y la casa se llen? del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los disc?pulos, el que lo hab?a de entregar: ??Por qu? no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?? Pero no dec?a esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladr?n, y como ten?a la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jes?s dijo: ?D?jala, que lo guarde para el d?a de mi sepultura. Porque pobres siempre tendr?is con vosotros; pero a m? no siempre tendr?is.? Gran n?mero de jud?os supieron que Jes?s estaba all? y fueron, no s?lo por Jes?s, sino tambi?n por ver a L?zaro, a quien hab?a resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte tambi?n a L?zaro, porque a causa de ?l muchos jud?os se les iban y cre?an en Jes?s.

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Con el Domingo de Ramos hemos entrado en la Semana Santa. El Evangelio de Juan abre la narraci?n de la pasi?n con la cena en Betania, en casa de Marta, Mar?a y L?zaro, una familia muy querida por Jes?s. Es una amistad que nos hace recordar la que Juan Pablo II ten?a con la Comunidad de Sant?Egidio, as? como con otros muchos. El "culto" del encuentro -en el mismo esp?ritu que trasluce de la amistad entre Jes?s y aquella familia- es una de las herencias que ha dejado Juan Pablo II. El lugar de la amistad, en esos d?as dif?ciles para Jes?s, se hab?a convertido para ?l en alivio y consuelo. Faltaban s?lo seis d?as para la Pascua, y Jes?s se encontraba nuevamente cenando con estos amigos. Durante la cena, Mar?a se levanta, se arrodilla a los pies de Jes?s, los unge con un ung?ento y los seca con sus cabellos. La casa se llena de perfume. Para Judas es un derroche in?til: "?Por qu? -dice en voz alta- no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?" En realidad -y el evangelista lo se?ala- su inter?s verdadero estaba en el dinero, y no en los pobres. Jes?s deja que Mar?a contin?e su gesto de amor; el ung?ento anticipaba el ?leo con el que su cuerpo ser?a ungido antes de su sepultura. Y despu?s a?ade: "Porque pobres siempre tendr?is con vosotros, pero a m? no siempre me tendr?is". Dentro de poco empezar?a su "v?a crucis", hasta la muerte. Mar?a, la ?nica entre todos, hab?a comprendido que Jes?s era un "moribundo", y por ello necesitaba un cari?o y una cercan?a especiales, como requiere todo moribundo. Esta mujer, que se hab?a dejado arrastrar por el amor de Jes?s, nos ense?a en estos d?as c?mo estar junto a este extraordinario Maestro, y c?mo estar junto a los d?biles y los enfermos a lo largo de todos sus d?as. En aquel gesto se simboliza el camino de la salvaci?n: en la compa??a afectuosa de los pobres vivimos la compa??a de Jes?s. Los pobres los tendremos siempre con nosotros. Ellos pueden decirnos cu?nto necesitan el ung?ento de la amistad y del cari?o.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.