ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres
Lunes 24 de septiembre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

1Cr?nicas 15,1-29

Se hizo casas en la Ciudad de David, prepar? un lugar para el arca de Dios y le levant? una Tienda. Entonces dijo David: "Solamente los levitas han de llevar el arca de Dios, pues a ellos los escogi? Yahveh para llevar el arca de Yahveh y servirle por siempre." Congreg?, pues, David a todo Israel en Jerusal?n para subir el arca de Yahveh al lugar que para ella hab?a preparado. David reuni? tambi?n a los hijos de Aar?n y a los levitas: De los hijos de Quehat: a Uriel, el jefe, y a sus hermanos, 120; de los hijos de Merar?: a Asa?as, el jefe, y a sus hermanos, 220; de los hijos de Guersom: a Joel, el jefe, y a sus hermanos, 130; de los hijos de Elisaf?n: a Sema?as, el jefe, y a sus hermanos, doscientos; de los hijos de Hebr?n: a Eliel, el jefe, y a sus hermanos, ochenta; de los hijos de Uzziel: a Amminadab, el jefe, y a sus hermanos, 112. Tambi?n llam? David a los sacerdotes Sadoq y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asa?as, Joel, Semai?s, Eliel y Amminadab, y les dijo: "Vosotros sois los cabezas de familia de los levitas. Santificaos, vosotros y vuestros hermanos, para subir el arca de Yahveh, el Dios de Israel, al lugar que para ella tengo preparado; pues por no haber estado vosotros la vez primera, Yahveh, nuestro Dios, hizo brecha en nosotros, ya que no le consultamos conforme a la norma." Se santificaron, pues, los sacerdotes y los levitas, para subir el arca de Yahveh, Dios de Israel. Y los levitas trasladaron el arca de Dios a hombros, como lo hab?a ordenado Mois?s, seg?n la palabra de Yahveh, llevando los varales sobre los hombros. Dijo David a los jefes de los levitas que dispusieran a sus hermanos los cantores, con instrumentos m?sicos, salterios, c?taras y c?mbalos, para que los hiciesen resonar, alzando la voz con j?bilo. Los levitas designaron a Hem?n, hijo de Joel; y de sus hermanos, a Asaf, hijo de Berek?as; y de los hijos de Merar?, hermanos suyos, a Et?n, hijo de Cusa?as. Y con ellos, como segundos, a sus hermanos Zacar?as, hijo de Yaaziel, Semiramot, Yejiel, Unn?, Eliab, Bena?as, Maase?as, Mattit?as, Elifleh?, Miqne?as, Obededom y Yeiel, porteros. Los cantores Hem?n, Asaf y Et?n hac?an resonar c?mbalos de bronce. Zacar?as, Yaaziel, Semiramot, Yejiel, Unn?, Eliab, Maase?as y Bena?as ten?an salterios de tonos altos. Mattit?as, Elifleh?, Miqne?as, Obededom, Yeiel y Azaza?as ten?an c?taras de octava, para dirigir el canto. Kenan?as, jefe de los levitas encargados del transporte, dirig?a el traslado, porque era hombre entendido. Berek?as y Elcan? eran porteros del arca. Seban?as, Josafat, Natanael, Amasay, Zacar?as, Bena?as y Eliezer, sacerdotes, tocaban las trompetas delante del arca de Dios. Obededom y Yejiy?as eran porteros del arca. As? pues, David los ancianos de Israel y los jefes de millares, fueron a traer el arca de la alianza de Yahveh, desde la casa de Obededom, con alborozo. Y habiendo Dios ayudado a los levitas portadores del arca de la alianza de Yahveh, sacrificaron siete becerros y siete carneros. David iba revestido de un manto de lino fino, lo mismo que todos los levitas, que portaban el arca, los cantores y Kenan?as, el jefe que dirig?a el traslado. Llevaba tambi?n David sobre s? un efod de lino. Todo Israel sub?a el arca de la alianza de Yahveh entre clamores y resonar de cuernos, trompetas y c?mbalos, y haciendo sonar los salterios y las c?taras. Cuando el arca de la alianza de Yahveh entr? en la Ciudad de David, Mikal, hija de Sa?l, estaba mirando por una ventana, y vio al rey David que saltaba y bailaba, y le despreci? en su coraz?n.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Los cap?tulos quince y diecis?is forman una unidad desde el punto de vista del contenido: se describe el traslado del arca de la alianza a Jerusal?n y del culto que se lleva a cabo ante el arca. Es el segundo acto de la historia de David, en la narraci?n del cronista. Tras haber mencionado en los primeros tres vers?culos los preparativos para transportar el arca, se da la lista de los levitas que participan en la ceremonia (vv. 4-10), a continuaci?n se describe brevemente su purificaci?n (vv. 11-15) y se da la lista de los cantores, de los porteros y de los dem?s empleados del arca (vv. 16-24). Los nueve vers?culos siguientes describen la ceremonia del traslado del arca. Salen de la casa de Obeded?n, donde hab?a sido colocada temporalmente, con un gran cortejo, y se encaminan hacia Jerusal?n. La minuciosa descripci?n demuestra la santidad del gesto que todo el pueblo de Israel est? llevando a cabo. Y se ve tambi?n la grandeza de David, que organiza con atenci?n hasta el m?s m?nimo detalle y ?l mismo se pone a encabezar aquella grandiosa celebraci?n. Est? tan absorto por el rito que no teme ni siquiera las burlas de la hija de Sa?l, Mical (v. 29). Para David lo importante es la centralidad que debe tener el arca para determinar la identidad misma de Israel. Es el lugar de la Palabra de Dios: contiene las tablas de la ley (por eso tambi?n se la llama el arca del testimonio) y es tambi?n el lugar donde se puede encontrar a Dios, obtener un or?culo o pedirlo. Se trataba, como sabemos, de un mueble de madera (125 x 75 x 75 cm) que Mois?s hizo construir por orden de Dios, donde se guardaban las tablas de la alianza (Ex 25,10-20). La caja estaba recubierta por una l?mina de oro, el propiciatorio, y ten?a encima dos querubines con las alas abiertas. Ten?a dos funciones: custodiar el dec?logo y ser el trono de Dios que est? "entronizado sobre querubines". Durante el ?xodo y la conquista de la tierra prometida fue el signo de la presencia activa de Dios: cuando los israelitas abandonaron el Sina?, iba delante de ellos y les indicaba d?nde deb?an parar; abri? el paso del Jord?n para todo el pueblo mientras entraba en la tierra prometida; fue custodiada en varios santuarios y finalmente -es la gran obra de David que el Cronista quiere destacar- es llevada a Jerusal?n. En el arca podemos ver la figura de la verdadera tienda que ser? colocada entre los hombres cuando llegue la plenitud de los tiempos, cuando "la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros" (Jn 1,14). Es hermosa la descripci?n del arca que san Tom?s de Aquino hace en relaci?n a Jes?s. Retomando una alusi?n a la Ep?stola a los Hebreos que hace el autor, seg?n la cual el sacrificio de Cristo es el ?nico sacrificio eficaz y que sustituye todas las ofrendas de la antigua alianza, el aquinate escribe: "El arca tambi?n significa el Cristo porque del mismo modo que el arca estaba construida con madera de acacia, tambi?n el cuerpo de Cristo estaba formado por miembros pur?simos. Tambi?n era dorada: Cristo estuvo lleno de sabidur?a y de caridad, que se representan con el oro. En el arca hab?a una urna de oro, es decir, una alma santa; ten?a el man?, es decir toda la plenitud de la divinidad. En el arca tambi?n hab?a una vara, es decir, el poder sacerdotal, porque ?l mismo se convirti? en sacerdote eterno. Estaban tambi?n las tablas de la alianza: para indicar que el mismo Cristo es el que da la ley". El honor que se dio al arca, como se describe en la p?gina que hemos escuchado, se comprende a?n m?s si lo vemos relacionado con Jes?s y con su Iglesia. Un honor y un fragor que encontramos en el libro del Apocalipsis en el momento de abrir el templo de Dios en el cielo, cuando aparece "el arca de la alianza": "Se abri? el Santuario de Dios en el cielo, y apareci? el arca de su alianza en el Santuario, y se produjeron rel?mpagos y fragor y truenos y temblor de tierra y fuerte granizada" (11,19).

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.