ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia
Jueves 11 de octubre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendr?n
un solo reba?o y un solo redil.

Aleluya, aleluya, aleluya.

2Cr?nicas 1,1-18

Salom?n, hijo de David, se afianz? en su reino; Yahveh, su Dios, estaba con ?l y le engrandeci? sobremanera. Salom?n habl? a todo Israel, a los jefes de millar y de cien, a los jueces y a todos los jefes de todo Israel, cabezas de casas paternas. Despu?s Salom?n fue con toda la asamblea al alto de Gaba?n, porque all? se hallaba la Tienda del Encuentro de Dios, que Mois?s, siervo de Yahveh, hab?a hecho en el desierto. Cuanto al arca de Dios, David la hab?a llevado de Quiryat Yearim al lugar preparado para ella, pues le hab?a alzado una tienda en Jerusal?n. El altar de bronce que hab?a hecho Besalel, hijo de Ur?, hijo de Jur, estaba tambi?n all? delante de la Morada de Yahveh. Fueron, pues, Salom?n y la asamblea para consultarle. Subi? Salom?n all?, al altar de bronce que estaba ante Yahveh, junto a la Tienda del Encuentro, y ofreci? sobre ?l mil holocaustos. Aquella noche se apareci? Dios a Salom?n y le dijo: "P?deme lo que quieras que te d?." Salom?n respondi? a Dios: "T? tuviste gran amor a mi padre David, y a m? me has hecho rey en su lugar. Ahora, pues, oh Yahveh Dios, que se cumpla la promesa que hiciste a mi padre David, ya que t? me has hecho rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra. Dame, pues, ahora sabidur?a e inteligencia, para que sepa conducirme ante este pueblo tuyo tan grande." Respondi? Dios a Salom?n: "Ya que piensas esto en tu coraz?n, y no has pedido riquezas ni bienes ni gloria ni la muerte de tus enemigos; ni tampoco has pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabidur?a e inteligencia para saber juzgar a mi pueblo, del cual te he hecho rey, por eso te son dadas la sabidur?a y el entendimiento, y adem?s te dar? riqueza, bienes y gloria como no las tuvieron los reyes que fueron antes de ti, ni las tendr? ninguno de los que vengan despu?s de ti." Salom?n regres? a Jerusal?n desde el alto de Gaba?n, de delante de la Tienda del Encuentro, y rein? sobre Israel. Salom?n reuni? carros y caballos, tuvo 1.400 carros y 12.000 caballos que llev? a las ciudades de los carros y junto al rey en Jerusal?n. Hizo el rey que la plata y el oro fuese tan abundante en Jerusal?n como las piedras y los cedros, como los sic?moros de la Tierra Baja. Los caballos de Salom?n proced?an de Musur y de Cilicia; los mercaderes del rey los adquir?an en Cilicia por su precio en dinero. Tra?an de Egipto un carro por seiscientos siclos de plata, y un caballo por 150. Los tra?an tambi?n como intermediarios para todos los reyes de los hititas y todos los reyes de Aram. Decidi?, pues, Salom?n edificar una Casa al Nombre de Yahveh y una casa real para s?.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Cronista abre el libro segundo con la narraci?n del comienzo del reino de Salom?n y prosige durante nueve cap?tulos relatando acontecimientos narrados ya en el libro primero de los Reyes. No obstante, el autor omite todo lo que puede empa?ar la sabidur?a de Salom?n. Por tanto, omite los sucesos dolorosos que precedieron a su ascensi?n al trono, el desorden de su vida moral y los incidentes tanto en la pol?tica interior como exterior. Sin embargo, el autor ensalza a David como persona que ordena la vida de Israel de modo ejemplar. Salom?n es introducido en esta l?nea: tampoco ?l debe mostrar manchas. La propia sucesi?n no es la natural entre padre e hijo sino un progreso a favor del pueblo de Dios. Es m?s, Salom?n, como constructor del templo, aparece como m?s grande que David, que sin embargo permanece como fundador de la dinast?a. El Se?or "engrandeci? sobremanera" a Salom?n, como ya se hab?a se?alado en el libro primero: "Y Yahv? engrandeci? sobremanera a Salom?n a los ojos de todo Israel y le dio un reinado glorioso como nunca hab?a tenido ning?n rey de Israel antes de ?l (1 Cro 29,25). El primer gesto como rey es la visita al santuario de Gaba?n. En ?ste, Salom?n imita a David que march? en peregrinaci?n desde el arca en Quiriat Year?n (1 Cro 13,1-6). ?l va con "todo Israel" (v. 3: literalmente "toda la asamblea") a Gaba?n "para consultar al Se?or" (v. 5: literalmente "para buscar al Se?or"). Despu?s de entrar en la tienda se detiene delante del altar de bronce, que Mois?s hizo construir, y se encuentra en presencia de Dios. El Se?or se le aparece y le pregunta qu? quiere que le d?. El rey pide que el Se?or mantenga la promesa hecha a David (1 Cr 17) y que le conceda el don de la sabidur?a y de la ciencia. El libro de la Sabidur?a refiere estas palabras de Salom?n: "Por eso supliqu? y se me concedi? la prudencia; invoqu? y vino a m? el esp?ritu de sabidur?a. La prefer? a cetros y tronos y en su comparaci?n tuve en nada la riqueza... Con ella me vinieron a la vez todos los bienes e incalculables riquezas en sus manos. Yo disfrut? de todos, porque la Sabidur?a los trae, aunque ignoraba que ella fuera su origen" (7, 7-12). Despu?s el texto describe los ?xitos comerciales de Salom?n, como para mostrar el cumplimiento de la promesa de Dios. La abundancia del oro, en gran cantidad como las piedras en un pa?s pedregoso, unida a la observaci?n de que los otros pueblos traen riquezas a Jerusal?n (9,24), muestra la dimensi?n escatol?gica y la benevolencia especial de Dios hacia Salom?n. Desde el comienzo es bendecido por Dios. Y su respuesta es la decisi?n de construir el templo: "Decidi?, pues, Salom?n edificar un templo al Nombre de Yahv? y un palacio para s?". Es la condici?n para poder estar en presencia de Dios, "ver" su gloria y alabarlo. La misi?n de Salom?n se inscribe toda en esta realizaci?n. Para el Cronista la construcci?n del templo es el final de la obra de Salom?n. Ciertamente, por ahora se trata de la construcci?n del templo de piedras, pero ya se vislumbra la figura del templo futuro hecho de "piedras vivas" que se apoyan sobre la "piedra angular": la comunidad de los creyentes reunidos por Jes?s.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.