ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or
Martes 12 de marzo


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El Esp?ritu del Se?or est? sobre ti,
el que nacer? de ti ser? santo.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Primera Corintios 12,1-11

En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que est?is en la ignorancia. Sab?is que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ?dolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Esp?ritu de Dios, puede decir: ??Anatema es Jes?s!?; y nadie puede decir: ??Jes?s es Se?or!? sino con el Esp?ritu Santo. Hay diversidad de carismas, pero el Esp?ritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Se?or es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestaci?n del Esp?ritu para provecho com?n, Porque a uno se le da por el Esp?ritu palabra de sabidur?a; a otro, palabra de ciencia seg?n el mismo Esp?ritu; a otro, fe, en el mismo Esp?ritu; a otro, carismas de curaciones, en el ?nico Esp?ritu; a otro, poder de milagros; a otro, profec?a; a otro, discernimiento de esp?ritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y ?nico Esp?ritu, distribuy?ndolas a cada uno en particular seg?n su voluntad.

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

He aqu? Se?or, a tus siervos:
h?gase en nosotros seg?n tu Palabra.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Pablo, durante tres cap?tulos, habla de la variedad de los dones del Esp?ritu que reciben los disc?pulos, y los interpreta en el seno de la celebraci?n lit?rgica. El Esp?ritu, que en el Antiguo Testamento estaba reservado solo a los profetas, en el d?a de Pentecost?s fue derramado sobre todos los disc?pulos. Pedro, durante su predicaci?n el d?a de Pentecost?s, recuerda la profec?a de Joel: ?Suceder? en los ?ltimos d?as, dice Dios: ?Derramar? mi Esp?ritu sobre todo mortal y profetizar?n vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros j?venes ver?n visiones y vuestros ancianos so?ar?n sue?os?? (Hch 2,17ss). Con Jes?s han llegado los ?ltimos d?as, y el Esp?ritu ha sido derramado sobre toda la comunidad, que obra a trav?s de la ?variedad? de dones que el Se?or concede a los disc?pulos. Cada uno recibe uno en particular. De este modo se manifiesta la riqueza, as? como la gran libertad que existe en la Iglesia. Par la comunidad cristiana la dimensi?n carism?tica no es un hecho improvisado o secundario; por el contrario, es una dimensi?n constitutiva. No se debe olvidar ?y el ap?stol lo recuerda en m?s ocasiones? que es el Esp?ritu el que dona los diversos carismas: no se trata de cualidades personales sino de un don recibido. Y nunca hay que olvidar que la variedad de los dones, la multiplicidad de los carismas, solo la da el ?nico Se?or ?para provecho com?n?. Los dones del esp?ritu no se otorgan para el provecho personal de cada uno, o como a veces de dice, para realizarse a uno mismo, o para la propia satisfacci?n o gloria personal. Los carismas son un don del Se?or a los miembros de la comunidad para que esta sea edificada de forma rica y arm?nica. Y la Iglesia, que es por naturaleza ?carism?tica? ?es decir, llena de dones?, no los ha recibido para s? misma sino en provecho de su misi?n, que es salvar el mundo. Por ello dijo Jes?s a los ap?stoles mientras les enviaba en misi?n: ?Gratis lo recibisteis; dadlo gratis? (Mt 10,8).

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.