EN LAS CÁRCELES AFRICANAS

La visita expresa una relación personal y continuada, que intenta hacer participar al máximo número de detenidos. Es el primer e importante gesto de amistad, que permite al mismo tiempo conocer posibles violaciones de derechos y señalar las necesidades más urgentes.

El contacto con las familias

La Comunidad intenta establecer contacto con las familias de los detenidos que, en varios casos, es una auténtica investigación, porque la mayoría de presos están en cárceles muy lejos de donde viven sus familiares.

Intercambia noticias y facilita las visitas de los parientes. Restablecer los lazos familiares es especialmente importante para los menores detenidos.

La asistencia legal

Se trata de una serie de acciones a favor de los detenidos que esperan el juicio. Dichas acciones van desde la solicitud de la documentación del caso –que a menudo permanece en la comisaría donde se produce el arresto– hasta la remuneración de abogados sin los cuales no se puede cursar el procedimiento.

A menudo hay casos de detenidos que, por motivos asociados a la pobreza, permanecen en la cárcel, “olvidados” durante años, tras haber cumplido la condena porque no tienen defensa legal alguna. La actuación de la Comunidad ha permitido resolver cientos de casos de este tipo.

La alfabetización, la escuela y la formación profesional

En la cárcel se organizan cursos de alfabetización y de educación primaria, así como cursos de formación profesional, para los presos, que les servirán para la reinserción a la sociedad cuando terminen la condena. Los cursos de educación primaria son muy importantes para los menores detenidos. Al finalizar la escuela pueden hacer el examen y obtener el diploma correspondiente. En las cárceles de Nakuru (Kenia) y de Bukavu (RDC), los adolescentes participan en las actividades de las escuelas de la paz.

Muchos jóvenes, al salir de la cárcel, gracias a los apadrinamientos pueden gozar de una beca de estudios y continuar estudiando.

En las cárceles de Mozambique se imparten cursos profesionales de varios tipos, desde los de corte y confección (para hacer pequeños objetos de tela, como monederos y bolsas) hasta estudios de artesanía del mimbre (cestos, bolsas, etc.) y de alfombras y telas. Está previsto impartir un curso de ebanistería con un maestro-artista que enseñará a los presos. Hay cursos para zapateros, carpinteros, operarios de zinc y de terracota. En la cárcel de Lichinga (norte de Mozambique) se imparte un curso de formación profesional para panaderos. Con una aportación de 250 euros se ha construido en el patio un horno de leña que produce unos 400 panes al día, que se venden fuera de la cárcel. Una vez a la semana, cada uno de los 200 presos de Lichinga recibe un pan recién hecho.

La ayuda alimentaria

La carencia de alimentos, de alimentos sanos y de agua limpia son una pena añadida, un plus de injusticia. La comida, efectivamente, es el primer derecho que hay que garantizar, un derecho fundamental para la supervivencia. En las cárceles se come casi en todas partes una vez al día, solo un plato de polenta, y si la familia está demasiado lejos o es demasiado pobre para llevar comida, existe el riesgo de caer en graves estados de malnutrición. Actualmente la Comunidad reparte complementos nutricionales a varios miles de presos.

El 25 de diciembre en muchas cárceles donde la Comunidad hace el servicio se organiza la comida de Navidad, en el espíritu de una gran familia que no tiene límites. La comida, para muchos detenidos, es la única comida de verdad de todo el año y es una ocasión especial de fiesta, en la que a menudo también participa el personal de las cárceles.

La ayuda sanitaria

La vida en la cárcel comporta graves peligros para la salud. La malnutrición es una primera e inmediata causa de debilidad que predispone a contraer muchas enfermedades. Pero también la falta de espacio, dormir en el suelo, la falta de agua y de medidas higiénicas fomentan el surgimiento de graves patologías. La Comunidad reparte medicamentos de primera necesidad y material para la higiene: jabón, sobre todo, pero también cepillos de dientes.

También reparte mosquiteras, ropa interior, ropa, alfombras o colchones y filtros para purificar el agua para beber.

En algunas cárceles médicos voluntarios hacen visitas dermatológicas y ginecológicas para las mujeres embarazadas y pruebas de sida con el programa DREAM. Se han organizado cursos de reciclaje del personal de enfermería de las cárceles.

Las actuaciones estructurales

La Comunidad trabaja para mejorar las condiciones de salud de los presos mediante proyectos de tipo estructural. En algunas cárceles africanas se han levantado ambulatorios, se han cavado pozos o se han construido cisternas de agua corriente.

Oración y catequesis

Incluso dentro de la cárcel se puede creer y esperar que los hombres y las mujeres puedan vivir en paz y reconciliarse. En muchas cárceles la Comunidad propone a quien lo quiere, momentos de oración y de lectura del Evangelio con catequesis. Oramos con los enfermos y por los enfermos, por los seres queridos y para recordar a quien sufre más, como los condenados a muerte y las personas afectadas por desgracias, por guerras, por el hambre y la pobreza.

En los detenidos hay un gran deseo de “bien” que hay que hacer emerger y suscitar. Este deseo muchas veces queda oculto tras una experiencia de violencia, de sufrimiento y de rabia. Comunicar el Evangelio significa dar esperanza y futuro a quien no tiene, perdón y amor.