MUNDO

Día mundial contra la explotación del trabajo infantil: tráfico invisible, esperanzas negadas. Pero hay una respuesta

Algunos viven en la playa, esperando algún trabajo que se les ofrezca. Otros intentan llegar al final del día de otra manera, más pesada todavía: en el gran vertedero llamado "Motocross", donde antes iba alguien a divertirse con las motos, pero que ahora está lleno de adolescentes de diferentes barrios de la capital de Togo, donde la explotación del trabajo infantil es el pan de cada día.

Es una realidad poco conocida pero cruel para muchos menores que viven en la calle en este pequeño país de África occidental. Su "trabajo" es recoger materiales de hierro entre los desechos para llevárselos a las "Dames", señoras que, al borde de ese suelo infernal, con sus rudimentarias balanzas, los pesan para revenderlos en el mercado de la ciudad.

Están allí para trabajar todo el día con sus propias manos, con el riesgo de lesiones y enfermedades por un puñado de francos CFA, la moneda de África Occidental.
Una respuesta es posible. Nació del conocimiento y la escucha de quienes los visitaban y buscaban una alternativa a la vida en la calle y a la explotación del trabajo infantil. Se llama "Maison du Rêve". Quince de ellos ya acuden a ella en el barrio Djdjolè, donde los ahora ex niños de la calle pasan la noche, finalmente en una casa y ya no al aire libre, sinó protegidos de muchos peligros y, sobre todo, con una nueva perspectiva que se abre ante ellos: que es la de volver a la escuela para los más pequeños, y de aprender un oficio (que es un oficio de verdad) para los mayores. Aquí están, junto con sus amigos de la Comunidad de Sant'Egidio de Lomè, comiendo, reuniéndose y celebrando.