PAZ

En Ucrania Sant’Egidio prepara la Navidad para los que desde hace casi dos años sufren a causa de la guerra

Solidaridad, fidelidad a Ucrania, resistencia a la guerra y esperanza en un futuro de paz

En Ucrania se acerca la segunda Navidad de guerra.

Las consecuencias de los últimos veintidós meses en la vida de los ucranianos son duras, con un altísimo número de víctimas, tanto militares como civiles. Según las Naciones Unidas, los muertos confirmados entre la población civil superan los 28.000, aunque esta cifra está destinada a aumentar enormemente. La destrucción es enorme. Hay unos 6 millones de ucranianos refugiados en otros países, y 4 millones de desplazados internos. 

En las zonas cercanas a la línea de frente, combates y bombardeos son el pan de cada día en un entorno de destrucción y terror. “Cada día, por la ventana vemos misiles que alcanzan su objetivo y oímos el terrorífico fragor de la artillería. El miedo nos acompaña todos los días”. Muchos de los que se han quedado en estas localidades son ancianos, familias con enfermos o discapacitados.
Para los desplazados internos la vida no es fácil: a menudo les falta de todo, tienen problemas de vivienda, de trabajo, de sustento, y además no pocas veces tienen problemas de integración en las ciudades donde viven.

En los centros humanitarios de la Comunidad de Leópolis, Ivano-Frankivsk y Kíev, donde hay dos y a partir de enero se abrirá otro,  se atiende a unas 200.000 personas que han huido de ciudades afectadas por la violencia de acciones militares del ejército ruso en el Donbass, como Bajmut o Mariúpol, o en Járkov, Mikoláyev o Jersón. Sus historias están marcadas por el sufrimiento: la angustia de las semanas transcurridas en los refugios, las imágenes de muerte de la guerra, las casas destruidas, sus seres queridos desaparecidos, la huida de su ciudad y el sentimiento de que la guerra les ha robado la vida. Pero tienen un gran deseo de vida, de encontrar un sentido a todo lo que ocurre, de participar en un movimiento de solidaridad como respuesta a la guerra.

Las últimas semanas ha llegado el frío, con nieve y temperaturas muy bajas, y se han intensificado los bombardeos con misiles y con drones.

En Kíev, en Leópolis y en Ivano-Frankivsk las comunidades de Sant’Egidio impulsarán los días de Navidad muchas iniciativas con numerosas personas pobres y vulnerables. La mesa de la Navidad se preparará en locales ―mayoritariamente subterráneos― que ofrecen condiciones de seguridad en caso de alarma antiaérea. Estos días están buscando los lugares adecuados.

En vista de las dificultades logísticas, allí donde no se pudieran garantizar las medidas de seguridad, se repartirán alimentos y regalos.

La solidaridad ha sido desde los primeros días una resistencia a la guerra que Sant’Egidio de Ucrania ha querido ejercer, gracias también a la ayuda que ha llegado de las comunidades de Italia, de Europa y de todo el mundo. Ha sido un gran movimiento que ha permitido enviar a Ucrania y repartir entre los desplazados  y entre la población de las regiones limítrofes con el frente 120 cargamentos humanitarios, equivalentes a 1500 toneladas de productos alimentarios, medicamentos y material sanitario, ropa, mantas, productos de higiene personal y otros productos. Unas 200.000 personas han recibido ayuda humanitaria y se calcula que 2 millones se han beneficiado de la ayuda sanitaria.
Las necesidades aumentan porque la guerra no termina. Las agencias de la ONU calculan para 2024 que las personas necesitadas serán 14,6 millones, con un sensible aumento entre la población residente, es decir, no desplazada. Es un indicador de un empobrecimiento general de los ucranianos. Una confirmación más de que la guerra es la madre de todas las pobrezas.

Muchos jóvenes y niños también serán protagonistas de estas iniciativas de solidaridad. Muchos de ellos han acompañado a los niños ―más de 300― que van a las 6 escuelas de la paz que han abierto durante la guerra. Son niños provenientes de las zonas de guerra, que a veces están encerrados en un silencio que parece insuperable, y otras veces están dominados por una rabia que se manifiesta en gritos agresivos: todos tienen una herida provocada por el dolor de los bombardeos y la evacuación, de la destrucción de sus casas, de la pérdida de sus familiares, de tener al padre en el frente.

Muchos desplazados de las regiones próximas al frente, tras haber recibido ayuda, han empezado a ayudar en los centros humanitarios de la Comunidad y ellos mismos ayudan en una dinámica de solidaridad en la que “quien sirve y ayuda se confunde con quien es ayudado y servido”.

La situación es grave, pero a pesar de los problemas y, en cierto modo, precisamente por las condiciones en las que está el país, la Comunidad de Sant’Egidio de Ucrania está firmemente convencida de que es urgente que llegue una Navidad para todos.