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Sant’Egidio y los ancianos de Malaui: el trabajo de los jóvenes para protegerlos fomenta una nueva cultura que se convierte en una ley de defensa de sus derechos

Defender a los ancianos es una prioridad para Sant’Egidio en Malaui: desde hace muchos años la Comunidad trabaja para defenderlos con actuaciones de asistencia y acompañamiento directos y con campañas relevantes en ámbito cultural e incluso jurídico.

Los ancianos, frágiles y cada vez más solos, sobre todo en los pueblos que se vacían porque los jóvenes buscan oportunidades de trabajo en las ciudades, son víctimas de todo tipo de abusos: desde acusaciones de brujería (que es solo en parte una creencia supersticiosa según la cual en anciano sería responsable de actos luctuosos, pero que se convierte cada vez más en un pretexto para quitarles la casa) hasta agresiones físicas e incluso asesinatos. Muchos ancianos a los que les han quitado la casa de este modo viven en la calle, en condiciones de pobreza extrema.

Los jóvenes promueven una cultura de respeto a los ancianos

El amplio movimiento de los Jóvenes por la Paz de Malaui ha puesto en marcha una movilización que une la asistencia y el acompañamiento directo de los ancianos más solos y pobres, con la creación de una red formada por personas, asociaciones e instituciones locales para suscitar y garantizar la protección de los ancianos. En febrero, los Jóvenes por la Paz lanzaron una campaña en las escuelas de las principales ciudades del país para sensibilizar a los más jóvenes en el respeto de los ancianos, cuyo eslogan es “Ageing is not witchcraft but a blessing that must be cherished” (envejecer no es brujería sino una bendición que apreciar).

Una ley a favor de los ancianos

Desde hace dos años, junto a otros actores, Sant’Egidio impulsa una Comisión nacional para la defensa de los ancianos que ha impulsado una propuesta de ley específica para la defensa de sus derechos. Finalmente, el mes de abril de 2024, la ley llegó al Parlamento y fue aprobada. La ley prevé ayudas económicas, servicios de ayuda a domicilio y más protección por parte de las instituciones en defensa de su vida. Una representación de Sant’Egidio forma parte del comité ejecutivo que hará un seguimiento de la aplicación de la ley. Es una gran victoria para la defensa de la vida de quien es más débil que sanciona un derecho que muchas veces se niega en Malaui. 

Ayudar a los ancianos a tener una casa

Para evitar que los ancianos se queden sin un techo, Sant’Egidio se mueve en dos direcciones. La primera es la dedicación de los Jóvenes por la Paz para arreglar y en algunos casos reconstruir las casas de los ancianos, dañadas o destruidas por fenómenos climáticos extremos (como en el caso de las casas que reconstruyeron tras el ciclón Freddy el año pasado) o degradadas por la pobreza y el abandono.

Por otra parte, están surgiendo en varias localidades de Malaui experiencias de covivienda impulsadas por la Comunidad, para alojar a ancianos que perdieron su casa. La semana pasada, en Mulanje, en el sur del país, uno de los distritos más afectados, se inauguraron dos casas nuevas para acoger a cuatro ancianos que vivían en la calle, porque el ciclón se había llevado por delante su casa. Así, dos mujeres y dos hombres ancianos pueden hacer frente a la estación de las lluvias en sólidas casas de obra, sin mojarse y con un techo sobre la cabeza.
Participaron en las obras los miembros de la Comunidad de Mulanje que ayudaron a los obreros, y algunas personas de otros distritos ayudaron a planificar el proyecto.
Estas nuevas casas se suman a las ya existentes en Balaka y en Blantyre.
Las casas de Sant’Egidio para ancianos, además de ser un refugio y una nueva familia sus residentes, son un testimonio para la población local y un lugar de reconciliación entre generaciones. Su construcción es una muestra concreta de la firme oposición a la “cultura del descarte” y promueve una nueva cultura humana en la que el anciano es plenamente partícipe del tejido social y goza del derecho a la atención y al respeto de la vida.