EL MÉTODO DE SANT'EGIDIO

¿Existe un método de Sant'Egidio?

El método de Sant'Egidio consiste en no tener intereses ni económicos ni políticos, sino únicamente el interés por la paz de los pueblos que son rehenes de la guerra y de la violencia. Cada vez es más frecuente confiar la resolución de conflictos armados internos de un determinado país a autoridades regionales formadas por países limítrofes de aquel país. Pero cada uno de los países limítrofes que participa en dicha resolución puede tener sus propios intereses y puede ser percibido como no neutral por alguna de las partes en lucha.

Sant'Egidio no tiene ni siquiera instrumentos militares o financieros de presión que le permitan forzar la paz. La suya es una fuerza débil moral, espiritual y humana cuyo único objetivo es crear el diálogo y transformar al hombre en el encuentro. La potencia que encierra dicha fuerza débil consiste en no tener otro interés que el de alcanzar la paz. A ese respecto, la relación humana con las partes en lucha es fundamental: amistad-diálogo-flexibilidad son las palabras clave del trabajo pacificador de Sant'Egidio.

Por otra parte, la seriedad del método y de los esfuerzos de paz consiste en generar en las partes de un proceso de negociación la voluntad de llegar a un acuerdo y para eso hacen falta tiempo y paciencia, como demuestra el largo pero duradero proceso de paz de Mozambique.

La fidelidad a las situaciones difíciles es muy importante, como demuestra la historia de amistad con la República Centroafricana, que se remonta a 2003 y que tuvo un resultado positivo en 2017 con el Acuerdo de Roma. Lo mismo se puede decir de la crisis de Casamance (Senegal), donde el Gobierno senegalés otorgó el papel de mediador a la Comunidad tras años de facilitación del diálogo y de apoyo a la paz.

Sant'Egidio ofrece a quien le pide su mediación un lugar donde la confidencialidad es un principio irrenunciable y sobre el que se puede construir el clima de confianza mutua necesaria para hablar de manera seria y concreta. Sant'Egidio no propone recetas preconfeccionadas a las partes que dialogan para alcanzar la reconciliación y la resolución de conflictos. Cada documento y cada declaración conjunta es fruto del trabajo específico de cada reunión. No hay esquemas probados anteriormente que se puedan proponer en todos los casos, sino la voluntad de buscar un terreno común desde el que se puedan sentar las bases para un acuerdo.

El principio del antiguo método que sugirió Juan XIII –«buscar lo que une y dejar a un lado lo que divide»– es fundamental en muchas mediaciones. A menudo el punto de inflexión en un proceso de paz se produce cuando las partes en lucha se reconocen mutuamente como componentes de la vida nacional. Se produce un doble cambio: el otro ya no es solo el enemigo al que hay que destruir, sino una parte a la que hay que integrar en el futuro del país; se reconoce que una y otra parte tienen un lugar en el futuro de su país.

La densa red de contactos con los líderes religiosos de distintos lugares del mundo le ha permitido a la Comunidad tener autoridad en muchas situaciones de conflicto y le ha permitido ayudar en procesos de reconciliación en los que los líderes religiosos han desempeñado un papel fundamental.