Masacre en una iglesia de Nigeria: mártires de una persecución infinita

Masacre en una iglesia de Nigeria: mártires de una persecución infinita

Pentecostés sangriento en la iglesia católica de San Francisco Javier de la ciudad de Owo, al sudoeste de Nigeria. Al término de la misa del domingo, casi siempre es festiva y acompañada de muchos cantos, entró a la iglesia abarrotada de fieles un grupo armado que empezó a disparar y lanzar bombas. La fiesta de Pentecostés, en la que los cristianos celebran el don del Espíritu Santo, se vio trastornada por un imprevisto ataque terrorista contra católicos inermes que rezaban. Hay al menos cincuenta muertos, entre ellos, varios niños. No se sabe cuántos heridos hay. Los terroristas secuestraron a algunos católicos en su huida. Nadie ha reivindicado el atentado hasta el momento. Owo, una ciudad de más de 200.000 habitantes, está en el estado de Ondo, habitado mayoritariamente por yorubas, una población que se era animista y se convirtió al cristianismo el siglo XIX. Los yorubas son unos 40 millones y, además de poblar Nigeria, viven en los no lejanos Benín, Togo y Sierra Leona. En el pasado hubo enfrentamientos entre fulanis (peul en francés), que se dedicaban al pastoreo, y los agricultores sedentarios, porque la desertificación obliga a los pastores a desplazarse hacia el sur en búsqueda de alimento para sus manadas. Los fulani, que en algunas zonas del África occidental están contacto directo con el islamismo radical, tuvieron históricamente una función importante en la difusión del islam por la región. La organización que representa a los yoruba afirma que el atentado les apuntaba a ellos y al gobernador del Estado que protege sus intereses. El gobernador, por su parte, pidió calma y que nadie se tomara la justicia por su cuenta. Sea como sea, es presumible que se trate de una organización terrorista de inspiración islamista. El obispo de Ondo ha llamado a la calma y a seguir rezando por la paz. Existe un fuerte estado de tensión, porque hay una violencia cada vez mayor en el país fomentada por grupos armados y terroristas que atacan a los cristianos. Hace una semana secuestraron al líder de la Iglesia metodista nigeriana junto con dos pastores en el sudeste del país. Solo fueron rescatados tras el pago de un rescate.

Hace quince días dos sacerdotes católicos fueron secuestrados en Katsina, en el norte del país, de donde es originario el presidente Buhari (musulmán). Todavía se espera su liberación. La situación de violencia anticristiana del norte, donde es parcialmente endémica, se está extendiendo también al sur de Nigeria: ya se están produciendo secuestros y ataques en muchas regiones de aquel enorme país (53% musulmán, 46% cristiano, con un 11% de católicos). La sensación de las comunidades cristianas (católicas y también anglicanas y protestantes) es que las autoridades centrales y regionales no persiguen eficazmente el terrorismo contra los cristianos, sino que, por el contrario, permiten una situación de casi impunidad. Boko Haram, grupos de Estado Islámico y otros grupos terroristas y criminales hacen que la vida no sea segura por una mezcla de motivaciones religiosas y étnicas. Los cristianos se sienten poco seguros ante el gobierno federal, en el que hay una gran cantidad de musulmanes y de nigerianos del norte. Tradicionalmente el gobierno respondía a un equilibrio entre musulmanes y cristianos, entre el norte y el sur del país, lo que representaba una garantía para los distintos grupos de la población. La Santa Sede sigue con preocupación la situación en Nigeria, donde la paz religiosa entre cristianos y musulmanes es muy valiosa para la estabilidad del país y de África. En el último consistorio, el papa Francisco nombró a un cardenal nigeriano, Peter Okpaleke, rechazado por los sacerdotes y por los fieles de una diócesis porque pertenece a una etnia distinta de la mayoritaria. Con su nombramiento Bergoglio ha querido dar una señal de que la Iglesia debe superar esta lógica.

La realidad es que en Nigeria a veces es peligroso ir a misa el domingo. Las festivas asambleas litúrgicas que los cristianos africanos viven con su espíritu intenso y particular se convierten en lugares de repentina violencia. Una violencia ruin, porque se abate sobre un pueblo que reza, desarmado y en absoluto agresivo. Por desgracia es algo que ocurre en muchos lugares del mundo: desde Egipto hasta Pakistán u otros países, donde cristianos inarmados son atacados. En la misa que se celebraba en Owo, como en todas las de esta fiesta, el sacerdote llevaba los hábitos litúrgicos de color rojo. Son los mismos que utiliza la Iglesia para recordar a los mártires. De hecho, las víctimas de este Pentecostés sangriento en Nigeria son mártires desconocidos de una persecución que no cesa.

 

[Traducción de la redacción]


[ Andrea Riccardi ]