MODESTA VALENTI

Historia de Modesta, anciana que vivía en la calle y murió sin recibir auxilio en Roma el 31 de enero de 1983

No se sabe mucho de Modesta Valenti. Los últimos meses de 1982 algunos jóvenes de Sant’Egidio la conocieron cerca de la basílica de Santa María la Mayor de Roma. Pedía limosna un tanto tímidamente, casi a escondidas. "¿Me podría dar algo?", preguntaba amablemente en dialecto friulano. La amistad que nació aquellos meses –más con gestos que con palabras: un capuchino caliente, una comida juntos– había logrado revelar poco a poco algunos detalles de su vida: era de Trieste, donde había nacido en 1912. Había vivido hasta hacía pocos años en un piso del que hablaba con nostalgia. Pero su vida quedó marcada por la experiencia dolorosa de estar ingresada en un hospital psiquiátrico. Era un recuerdo que emergía por partes, fragmentado, de sus palabras, en las que también mencionaba tratamientos –quizás electrochoques– que la habían traumatizado.


No sabemos qué le hizo irse de Trieste a Roma, donde no conocía a nadie y empezó a vivir en la calle. Cuando se lo preguntábamos, decía que el verdadero motivo es que allí vivía el Papa y que ella quería conocerle. De hecho, solía caminar hasta San Pedro. Una vez visitó incluso la basílica con un amigo de la Comunidad. Fue un raro momento de alegría y de serenidad. Con sus maneras dulces que ocultaban una gran tristeza, hablaba a menudo de un viaje en tren que quería hacer, quizás para volver a Trieste.


La mañana del 31 de enero de 1983, tras haber pasado la noche en la fría intemperie en la Estación Termini, cerca del andén 1, Modesta se sintió muy mal. Algunas personas llamaron a una ambulancia, pero cuando llegó no quiso socorrerla porque tenía piojos. Durante 4 largas horas varios hospitales se expulsaron la responsabilidad de socorrerla. Modesta permaneció en el suelo sufriendo. Y cuando finalmente llegó el último medio de auxilio, ya estaba muerta.


Fueron los amigos de la Comunidad, quienes se cuidaron de ella, incluso después de morir. No fue fácil. Tuvieron que pasar 11 meses para que entregaran su cuerpo –que estaba bajo custodia de la autoridad judicial– a la Comunidad, su única familia, que celebró el funeral en la iglesia de Sant’Egidio el 28 de diciembre de 1983, festividad de los Santos Inocentes.


La historia de aquella mujer frágil tuvo un profundo impacto en la Comunidad: fue una mujer que había sufrido mucho en vida y que había muerto por el rechazo, el abandono y el desprecio, que se habían aliado en una especie de conjura hasta hacer que muriera sola. En su historia parecían concentrarse muchos signos de pobreza y de abandono que la convirtieron en una verdadera "mártir de la indiferencia". Los pobres que viven en la calle se identifican con ella y con su sufrimiento, y la llaman "santa Modesta" buscando en ella comprensión y protección.

Por eso cada año, en el aniversario de su muerte, la Comunidad de Sant’Egidio recuerda a Modesta y a todas las personas sin hogar que mueren por la dureza de la vida en la calle. En la liturgia de Santa María de Trastevere y de muchas otras iglesias –en Roma y en muchos otros lugares– se recuerda por su nombre a todos los amigos fallecidos. Mientras se lee la lista se encienden velas por ellos. Es un momento de gran emoción: todos saben que la Comunidad, que guarda como un tesoro cada historia y cada rostro, nunca olvidará su nombre, que está escrito en el corazón de Dios.   

 

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