ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de Jes?s crucificado
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de Jes?s crucificado


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Tob?as 5,1-22

Entonces Tob?as respondi? a su padre Tobit: ?Har? cuanto me has mandado, padre. Pero ?c?mo podr? recuperar el dep?sito? Ni ?l me conoce a m? ni yo a ?l. ?Qu? se?al debo darle para que me reconozca, me crea y me devuelva el dinero? Por otra parte, desconozco la ruta que conduce a Media.? Tobit, entonces, respondi? a su hijo Tob?as: ?El me dio un recibo y yo a ?l otro; lo part? en dos, tom? una parte y dej? la otra con el dinero. ?Ya va para veinte a?os que deposit? esta suma! Ahora, hijo, busca un hombre de confianza que vaya contigo, y le tomaremos a sueldo hasta tu vuelta, y vete a recuperar esta plata.? Sali? Tob?as a buscar un hombre que conociera la ruta y fuera con ?l a Media. En saliendo, encontr? a Rafael, el ?ngel, parado ante ?l; pero no sab?a que era un ?ngel de Dios. D?jole, pues: ??De d?nde eres, joven?? Le respondi?: ?De los israelitas, tus hermanos y ando en busca de trabajo.? D?jole Tob?as: ??Conoces la ruta de Media?? Respondi?: ?S?; he estado all? muchas veces y conozco al detalle todos los caminos. He ido a Media con frecuencia y he sido hu?sped de Gabael, nuestro hermano, el que vive en Ragu?s de Media. Hay dos jornadas de camino entre Ecb?tana y Ragu?s, pues Ragu?s est? en la monta?a y Ecb?tana en el llano.? Tob?as le dijo: ?Esp?rame, joven, que voy a dec?rselo a mi padre, porque necesito que vengas conmigo; y yo te pagar? tu sueldo.? El le dijo: ?Te espero, pero no tardes.? Fuese Tob?as a informar a su padre y le dijo: ?Ya he encontrado un hombre, que es israelita, hermano nuestro.? Contest?le Tobit: ?Ll?male, para que yo sepa a qu? familia y tribu pertenece, y si es digno de confianza para que te acompa?e, hijo.? Sali? Tob?as, le llam? y le dijo: ?Joven, mi padre te llama.? Entr? el ?ngel y Tobit se adelant? a saludarle; el ?ngel contest?: ?Que disfrutes de mucha alegr?a.? Replic? Tobit: ??Qu? alegr?a puedo disfrutar ya? Estoy ciego y no puedo ver la luz del cielo; yazgo en tinieblas como los muertos, que no contemplan la luz; vivo como un muerto; oigo la voz de los hombres, pero no los veo.? Le dijo el ?ngel: ?Ten confianza, que Dios te curar? dentro de poco. Ten confianza.? Tobit le dijo: ?Mi hijo Tob?as quiere ir a Media. ?Puedes ir con ?l y servirle de gu?a? Yo te dar?a tu salario, hermano.? El respondi?: ?Puedo ir con ?l, pues conozco al detalle todos los caminos y he viajado a Media con frecuencia; he recorrido todos sus llanos y sus montes y tengo conocimiento de todas sus rutas.? Tobit le dijo: ??Querr?as decirme, hermano, a qu? familia y tribu perteneces? Le respondi? el ?ngel: ??Qu? puede importar mi tribu?? Tobit insiti?: ?Me gustar?a, hermano, saber con seguridad tu tribu y nombre.? Respondi? el ?ngel: ?Yo soy Azar?as, hijo del gran Anan?as, uno de tus hermanos.? Le dijo Tobit: ?Seas venido sano y salvo, hermano; y no lleves a mal, hermano, mi deseo de conocer con certeza tu nombre y familia. Resulta ahora que eres de mi parentela y que perteneces a un linaje bueno y honrado. He conocido a Anan?as y a Nat?n, los dos hijos del gran Seme?as; ellos iban conmigo a Jerusal?n y conmigo adoraban all?, sin desviarse del buen camino. Tus hermanos son hombres de bien; de buen linaje procedes. ?El gozo sea contigo!? Y a?adi?: ?Te dar? como sueldo una dracma por d?a, y en lo dem?s tendr?s el mismo trato que mi hijo. Vete con mi hijo y despu?s te a?adir? un sobresueldo.? Le dijo el ?ngel: ?Partir? con ?l y no abrigues temor; sanos partimos y sanos regresaremos a ti, porque la ruta es segura.? Le respondi? Tobit: ?Bendito seas, hermano.? Y llamando a su hijo le anunci?: ?Hijo, prepara las cosas para el camino y emprende la marcha con tu hermano; que el Dios que est? en los cielos os proteja all? y os devuelva a m? sanos; y su ?ngel os acompa?e con su protecci?n, hijo.? Tob?as se dispuso a emprender la marcha y bes? a su padre y a su madre. Tobit le dijo: ??Que teng?is buen viaje!? Pero su madre lloraba y dijo a Tobit: ??Por qu? has hecho que se vaya mi hijo? ?No era ?l el bast?n de nuestra mano, que siempre va y viene con nosotros? ?Que no sea el dinero lo primero de todo! Que no se convierta en el precio de nuestro hijo! ?Con lo que el Se?or nos daba para vivir ten?amos bastante!? El le dijo: ?No pienses tal cosa; sano ha partido nuestro hijo y sano volver? a nosotros; con tus propios ojos lo ver?s el d?a que regrese sano junto a ti. No pienses tal cosa ni te atormentes por ellos, hermana; porque un ?ngel bueno le acompa?ar?, le dar? un viaje f?cil y le devolver? sano.?

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Con este cap?tulo entra en escena Tob?as, que se presenta de inmediato como un hijo atento y obediente a las palabras del padre: "Har? cuanto me has mandado, padre" (5, 1) y tambi?n sabio, puesto que pregunta inmediatamente al padre c?mo debe actuar (cf. 5, 2s.). No hay una obediencia fr?a y, por tanto, al final irresponsable. Tob?as escucha y dialoga con el padre para que todo pueda cumplirse de forma adecuada. Podr?amos decir que discierne la situaci?n con la ayuda de los consejos del padre. Y a las preguntas que le pone, el padre no deja de responderle: le aconseja que es bueno tener un compa?ero para el viaje. No es bueno -parece subrayar este pasaje de la Escritura- emprender un camino -incluso el camino de la vida, podemos a?adir nosotros- solos, sin alguien que est? a nuestro lado. Nadie es autosuficiente; todos necesitamos ayuda, una compa??a que est? a nuestro lado en el camino. Tobit ya le hab?a exhortado a no despreciar ning?n buen consejo, y el que le estaba sugiriendo ahora pretend?a salvarlo de la soledad. Tob?as sale de casa y encuentra a un buen compa?ero. Es Azar?as. Al nombre angelical de "Rafael" (es decir "Dios sana") el narrador a?ade aquel con el que el ?ngel se da a conocer de forma humana, Azar?as ("el Se?or ayuda"). Azar?as es la ayuda que el Se?or envi? para Tob?as, escuchando as? la oraci?n de Tobit y de Sara. El ?ngel le dar? consejos oportunos para no perderse, para no extraviar la senda del camino. Azar?as es el signo de la presencia del Se?or que la oraci?n ha hecho m?s tangible (cf. cap. 12). Dios mismo, con gran discreci?n, se sit?a junto al hombre y lo acompa?a. Tobit parece intuirlo. En efecto, aun pensando que Azar?as es un pariente suyo, entre las palabras que usa para tranquilizar a la mujer a?ade: "un ?ngel bueno lo acompa?ar?" (5, 22). Pero, ?no es as? para todo hermano que nos acompa?a con amor en el nombre de Dios? Establecida esta compa??a angelical, desde este momento la narraci?n seguir? en dos niveles distintos: el del lector, que conoce la verdadera identidad de Azar?as, y el de los personajes, que, sin embargo, todav?a no la conocen. Sustancialmente todav?a no hay diferencia. Lo que cuenta es dejarse ayudar en el camino de la vida. Ana, la madre de Tob?as, no reacciona y se deja consolar: tambi?n ella es consciente de que un hijo debe partir y vivir su vida formando su familia. Es verdad que es muy aprensiva y que preferir?a permanecer en la situaci?n de debilidad m?s que el hijo corra el riesgo de alguna desventura.Tob?as parte por su nuevo camino, le acompa?an el cielo (el ?ngel) y la tierra (el perro), como para indicar que todo ayuda a quien afronta el camino de la vida no s?lo por s? mismo, sino en compa??a y por los dem?s.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.