ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de Jes?s crucificado
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de Jes?s crucificado
Viernes 9 de marzo


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Primera Timoteo 2,1-7

Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, s?plicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y tambi?n un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jes?s, hombre tambi?n, que se entreg? a s? mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno, y de este testimonio - digo la verdad, no miento - yo he sido constituido heraldo y ap?stol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad.

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El ap?stol recomienda a Timoteo "ante todo" (proton p?nton) la oraci?n: es la primera obra del creyente, y especialmente la oraci?n en com?n, como tambi?n describen los Hechos: "Todos ellos (los ap?stoles) perseveraban en la oraci?n, con un mismo esp?ritu" (1, 14). Las cuatro formas de oraci?n citadas -"plegarias, oraciones, s?plicas y acciones de gracias"- muestran la riqueza con que se expresa la invocaci?n a Dios por parte de la comunidad. La oraci?n cristiana es rica y m?ltiple, como rica y variada es la relaci?n de los hijos con el padre. Adem?s no conoce fronteras de ning?n tipo, y se extiende a todos los hombres. Los cristianos, incluso en la oraci?n, expresan la universalidad del Evangelio. As? como est?n llamados a acoger a todos los hombres, sin fronteras ni limitaciones de cultura, etnia o parentesco, tambi?n su oraci?n se eleva a Dios por el mundo entero. Se podr?a decir incluso que su oraci?n est? marcada por la geograf?a de los amigos, de las necesidades, de las angustias, de los problemas, de la alabanza y de la acci?n de gracias del mundo. Se hace eco de un amor que va m?s all? de los l?mites temporales, espaciales e individuales; no se olvida de nadie, ni por supuesto excluye a nadie. Como Dios abraza a todos los hombres, y "hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos" (Mt 5, 45), as? la comunidad cristiana reza por todos. Hay incluso un verdadero ministerio de la comunidad cristiana en el rezar por la entera familia humana, para que la vida de todos sea "tranquila y apacible". Pablo prefigura as? un ministerio de intercesi?n por el mundo y por la paz. Es una tarea confiada a la Iglesia con independencia de las convicciones y del comportamiento de las autoridades civiles. El ap?stol subraya que la oraci?n por todos los hombres, incluidos los gobernantes, es "agradable" a Dios, "que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad". Y la oraci?n, hecha en el nombre de Jes?s, ?nico mediador y salvador, es eficaz porque ?l "se entreg? a s? mismo como rescate por todos". Este v?nculo con Jes?s convierte la oraci?n de la Iglesia en verdaderamente "cat?lica", es decir universal. Pablo conf?a este ministerio a Timoteo y a la comunidad de ?feso, y tambi?n a las comunidades cristianas de todos los tiempos all? donde se encuentren. La oraci?n com?n se convierte as? en v?nculo de fraternidad y de amor entre todas las comunidades cristianas del mundo, y es su primer ministerio por la salvaci?n de todos.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.