ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or
Martes 29 de mayo


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Esp?ritu del Se?or est? sobre ti,
el que nacer? de ti ser? santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Primera Tesalonicenses 1,1-10

Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Se?or Jesucristo. A vosotros gracia y paz. En todo momento damos gracia a Dios por todos vosotros, record?ndoos sin cesar en nuestras oraciones. Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Se?or. Conocemos, hermanos queridos de Dios, vuestra elecci?n; ya que os fue predicado nuestro Evangelio no s?lo con palabras sino tambi?n con poder y con el Esp?ritu Santo, con plena persuasi?n. Sab?is c?mo nos portamos entre vosotros en atenci?n a vosotros. Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Se?or, abrazando la Palabra con gozo del Esp?ritu Santo en medio de muchas tribulaciones. De esta manera os hab?is convertido en modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Partiendo de vosotros, en efecto, ha resonado la Palabra del Se?or y vuestra fe en Dios se ha difundido no s?lo en Macedonia y en Acaya, sino por todas partes, de manera que nada nos queda por decir. Ellos mismos cuentan de nosotros cu?l fue nuestra entrada a vosotros, y c?mo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ?dolos, para servir a Dios vivo y verdadero, y esperar as? a su Hijo Jes?s que ha de venir de los cielos, a quien resucit? de entre los muertos y que nos salva de la C?lera venidera.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aqu? Se?or, a tus siervos:
h?gase en nosotros seg?n tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Es una ep?stola escrita conjuntamente por Pablo, Silvano y Timoteo, como si quisieran recordar lo que el Se?or hab?a hecho con los ap?stoles (Mc 6,7) y los disc?pulos (Lc 10,1), al enviarlos de dos en dos. Pablo, adem?s, no era un protagonista aislado. La Iglesia es, ante todo, comuni?n. Los tres juntos se dirigen a la peque?a comunidad de Tesal?nica, una comunidad grande no por el n?mero sino m?s bien por la dignidad de haber sido fundada "en Dios Padre y en el Se?or Jesucristo". Esta dignidad hac?a de aquella peque?a comunidad una bendici?n para Tesal?nica. Era la ekklesia, es decir, la "reuni?n" de la comunidad convocada por Dios en aquella ciudad. Cada comunidad cristiana es una santa "reuni?n de Dios". Y Pablo la tiene frente a sus ojos cuando est? reunida alrededor del banquete del agape: ve a cada cristiano, uno a uno, y no obstante los considera sobre todo como una comunidad reunida por el Se?or. Pablo da gracias al Se?or por aquella peque?a comunidad que vive con una fe firme, con un amor activo y con una esperanza constante. Cristo podr?a aplicar tambi?n a aquella comunidad la alabanza del Apocalipsis: "Conozco tu conducta: tus fatigas y tu paciencia" (2,2). El ap?stol se dirige a los creyentes que son "queridos de Dios" y por eso elegidos por ?l. La "elecci?n" (Rm 11,28), que en el pasado era privilegio de Israel, ahora se ha extendido tambi?n a aquellos creyentes de Tesal?nica gracias a la predicaci?n que Pablo ha llevado a cabo "con poder y con el Esp?ritu Santo, con plena persuasi?n". Tambi?n por ellos podr?a decir: "Mi palabra y mi predicaci?n no se apoyaban en persuasivos discursos de sabidur?a, sino en la demostraci?n del Esp?ritu y de su poder" (1 Co 2,4). El mismo Se?or, a trav?s de la predicaci?n de los disc?pulos, cambia el coraz?n de quien escucha y lo regenera a una vida nueva. El ap?stol sabe que el servicio de la predicaci?n requiere su participaci?n personal porque solo as? acerca y hacer reconocible el Se?or a aquellos que le escuchan. Y por eso los tesalonicenses han podido imitarle, acerc?ndose as? al mismo Cristo. La vida de los responsables de la comunidad debe reflejar el Evangelio que proclaman; as? su predicaci?n ser? eficaz. Los tesalonicenses pudieron acogerla con alegr?a incluso en medio de persecuciones, convirti?ndose en ejemplo para otros creyentes que estaban en Macedonia y en Acaya. La vida evang?lica se difunde porque atrae, porque muestra una vida mejor que la que ofrece el mundo. Es la primera comunidad cristiana fundada en territorio europeo y r?pidamente suscit? un entusiasmo generalizado entre las j?venes comunidades de aquella zona. La expansi?n del Evangelio no est? asociada a t?cnicas pastorales o a sofisticados medios organizativos. El Evangelio se difunde solo a trav?s de la fuerza atractiva de una vida realmente evang?lica. Pablo se alegra por su fe y manifiesta el estupor que sintieron todos al conocer su respuesta de conversi?n abandonando los ?dolos de este mundo para servir solo al Se?or.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.