ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los santos y de los profetas
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los santos y de los profetas
Mi?rcoles 12 de septiembre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes son una estirpe elegida,
un sacerdocio real, naci?n santa,
pueblo adquirido por Dios
para proclamar sus maravillas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

1Cr?nicas 1,1-28

Ad?n, Set, En?s; Quen?n, Mahalalel, Yered; Henoc, Matusal?n, L?mek; No?, Sem, Cam y Jafet. Hijos de Jafet: G?mer, Magog, los medos, Yav?n, T?bal, M?sek y Tir?s. Hijos de G?mer: Askenaz, Rifat y Togarm? Hijos de Yav?n: Elis?, Tarsis, Kittim y Rodanim. Hijos de Cam: Kus y Misrayim, Put y Cana?n. Hijos de Kus: Seb?, Javil?, Sabt?, Ram? y Sabtek?. Hijos de Ram?: Seb? y Ded?n. Kus engendr? a Nimrod, que fue el primer hombre poderoso de la tierra. Misrayim engendr? a los luditas, anamitas, lahabitas, naftujitas, patrusitas, kaslujitas y kaftoritas, de donde proceden los filisteos. Cana?n engendr? a Sid?n, su primog?nito, a Jet, y al jebuseo, al amorreo, al guirgasita, al jivita, al arquita, al sinita, al arvadita, al semarita y al jamatita. Hijos de Sem: Elam, Assur, Arpaksad, Lud y Aram. Hijos de Aram: Us, Jul, Gu?ter y M?sek. Arpaksad engendr? a S?laj y S?laj engendr? a H?ber. A H?ber le nacieron dos hijos: el nombre del primero era P?lej, porque en sus d?as fue dividida la tierra, y el nombre de su hermano era Yoqt?n. Yoqt?n engendr? a Almodad, S?lef, Jasarm?vet, Y?raj, Hadoram, Uzal, Diql?, Ebal, Abimael, Seb?, Ofir, Javil?, Yobab: todos ellos hijos de Yoqt?n. Arpaksad, S?laj, H?ber, P?lej, Re?, Serug, Najor, T?raj, Abram, o sea Abraham. Hijos de Abraham: Isaac e Ismael.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes ser?n santos
porque yo soy santo, dice el Se?or.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Empezamos hoy la lectura del primer libro de las Cr?nicas. El texto se abre con una largu?sima serie de nombres que se prolonga durante nueve cap?tulos enteros. El autor, con esta decisi?n, quiere subrayar que la salvaci?n tiene lugar dentro de la historia de los hombres, una historia de rostros concretos y de hombres con su nombre. Dios eligi? al pueblo de Israel para hacer realidad el plan de salvaci?n para toda la humanidad. Desde esta perspectiva, el cronista se sirve de nombres ya presentes en G?nesis, N?meros, Josu?, Samuel y Reyes. Y subdivide las genealog?as con el criterio de las doce tribus de Israel. Entre todas destaca la de Jud?, de la que saldr? el rey David, y la tribu de Lev?, de la que provienen los levitas. El tratamiento reservado a Benjam?n, de donde proced?a Sa?l, demuestra que el verdadero Israel, tras la ca?da del reino del norte, est? representado por las tribus de Jud? y Benjam?n. Tambi?n el Nuevo Testamento empieza con una genealog?a para subraya que el Se?or no decidi? salvar los hombres de manera individual, sino introduci?ndolos en una genealog?a, en un pueblo. No es, pues, el individuo, quien vive una relaci?n personal con Dios, sino la comunidad. Esta, no obstante, en cuanto tal, no es una muchedumbre an?nima de personas y a?n menos una especie de grupo de inter?s. La comunidad es convocada por el Se?or para que los miembros se sientan parte del ?nico pueblo de Dios. Los nombres que hay en la lista son nombres de persona, pero tambi?n nombres de pueblos, como si quisiera destacar el v?nculo entre la fraternidad de las personas y la fraternidad entre los pueblos. Adem?s, elegir a Israel entre todos los pueblos no es para excluir a los dem?s. Al contrario, Israel tiene la misi?n de ayudar a los pueblos a ir hacia el ?nico Se?or. No se puede decidir formar parte de este pueblo; uno es elegido para serlo. Dios mismo lo elige. Tambi?n Jes?s, cuando llama a los Doce, los elige ?l y llama a cada uno por su nombre (Mt 10,1-4). Obviamente a nosotros se nos pide que respondamos a la llamada y que la sigamos con todo el coraz?n. Las largas genealog?as que abren el libro de las Cr?nicas ponen de manifiesto tanto la relaci?n de filiaci?n con Dios (y por consiguiente la relaci?n de hermandad entre los creyentes) como el hecho de que el Se?or llama a cada uno por su nombre. Esta genealog?a llega hasta el lector cristiano: en el vers?culo 28 cada uno puede a?adir su nombre, como escribe el ap?stol Pablo: "Si sois de Cristo, ya sois descendencia de Abrah?n, herederos seg?n la promesa" (Ga 3,29).

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.