ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los santos y de los profetas
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los santos y de los profetas
Mi?rcoles 13 de marzo


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Ustedes son una estirpe elegida,
un sacerdocio real, naci?n santa,
pueblo adquirido por Dios
para proclamar sus maravillas.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Primera Corintios 12,12-31

Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman m?s que un solo cuerpo, as? tambi?n Cristo. Porque en un solo Esp?ritu hemos sido todos bautizados, para no formar m?s que un cuerpo, jud?os y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Esp?ritu. As? tambi?n el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: ?Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo? ?dejar?a de ser parte del cuerpo por eso? Y si el o?do dijera: ?Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo? ?dejar?a de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ?d?nde quedar?a el o?do? Y si fuera todo o?do ?donde el olfato? Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo seg?n su voluntad. Si todo fuera un solo miembro ?d?nde quedar?a el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo. Y no puede el ojo decir a la mano: ??No te necesito!? Ni la cabeza a los pies: ??No os necesito!? M?s bien los miembros del cuerpo que tenemos por m?s d?biles, son indispensables. Y a los que nos parecen los m?s viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. As? a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando m?s honor a los miembros que carec?an de ?l, para que no hubiera divisi?n alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros. Si sufre un miembro, todos los dem?s sufren con ?l. Si un miembro es honrado, todos los dem?s toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y as? los puso Dios en la Iglesia, primeramente como ap?stoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ?Acaso todos son ap?stoles? O ?todos profetas? ?Todos maestros? ?Todos con poder de milagros? ?Todos con carisma de curaciones? ?Hablan todos lenguas? ?Interpretan todos? ?Aspirad a los carismas superiores! Y aun os voy a mostrar un camino m?s excelente.

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Ustedes ser?n santos
porque yo soy santo, dice el Se?or.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Pablo utiliza el ejemplo del ?nico cuerpo y de los muchos miembros para esclarecer la necesaria variedad de los carismas que recibe la Iglesia para construir la unidad del cuerpo. La imagen que Pablo utiliza es eficaz y permite considerar a la Iglesia como ?cuerpo de Cristo?, animado precisamente por el ?nico Esp?ritu. Es un tema que el ap?stol desarrollar? mejor en la Carta a los Efesios. Aqu? subraya la unidad a trav?s del ?nico bautismo: ?Porque en un solo Esp?ritu hemos sido todos bautizados, para no formar m?s que un cuerpo? (v. 13). Y Pablo a?ade a prop?sito del cuerpo: ?no se compone de un solo miembro, sino de muchos? (v. 14). La unidad, sin embargo, viene del Esp?ritu. De ese modo comprendemos todav?a mejor que la comunidad cristiana no es la suma de las personas que la forman, no es el fruto de la yuxtaposici?n de muchos individuos, uno al lado del otro. La Iglesia no nace de personas individuales o de los esfuerzos de alguien, es un cuerpo org?nico hecho y animado por el ?nico Esp?ritu. Por tanto se debe decir que la Iglesia nace de las alturas insondables de Dios. Y es el Se?or el que une las distintas partes para que, de manera ordenada, se forme el ?nico cuerpo. De este modo cada parte individual, cada disc?pulo, tiene su tarea y su funci?n insustituible ?ciertamente no absoluta ni ?nica?, pero todas son indispensables, cada una seg?n su funci?n. Es m?s, si debe haber alguna preferencia, esta debe ser hacia las partes ?m?s d?biles?. En esta p?gina del ap?stol vuelve ese amor preferencial por los d?biles que encontramos en toda la Escritura. Y en todo caso, ?todos los miembros ?subraya el ap?stol? se preocupan los unos de los otros?.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.