ORACIÓN CADA DÍA

Vigilia del domingo
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Vigilia del domingo
Sábado 25 de febrero


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Proverbios 26,1-28

Como nieve en verano y lluvia en la siega,
así de mal le sienta la gloria al insensato. Como se escapa el pájaro y vuela la golondrina,
así no se realiza la maldición sin motivo. Látigo para el caballo, brida para el asno
y vara para la espalda de los necios. No respondas al necio según su necedad,
no sea que tú también te vuelvas como él. Responde al necio según su necedad,
no vaya a creerse que es un sabio. Se corta los pies, se empapa de amargura,
el que envía un recado en mano de necio. Como las piernas vacilantes del cojo,
es el proverbio en boca de los necios. Como sujetar una piedra en la honda,
es conceder honores a un necio. Como espino que va a parar a mano de borracho,
es el proverbio en boca de los necios. Como arquero que a todos hiere,
es el que toma a sueldo al necio y al borracho que
pasan. Como el perro vuelve a su vómito,
vuelve el necio a su insensatez. ¿Has visto a un hombre que se cree sabio?
Más se puede esperar de un necio que de él. Dice el perezoso: "¡Un león en el camino!
¡Un león en la plaza!" La puerta gira en los goznes,
y el perezoso en la cama. El perezoso hunde la mano en el plato;
pero le fatiga llevarla a la boca. El perezoso se tiene por más sabio
que siete personas que responden con tacto. Agarra por las orejas a un perro que pasa
el que se mete en litigio que no le incumbe. Como un loco que arroja saetas escondidas,
flechas y muerte, tal es el hombre que engaña a su prójimo,
y dice: "¿No ves que estaba bromeando?" Cuando se acaba la leña, se apaga el fuego,
cuando no hay chismoso, se apacigua la disputa. Carbón sobre brasas y leña sobre fuego,
es el pleiteador para atizar querellas. Las palabras del delator son golosinas
que bajan hasta el fondo de las entrañas. Plata con escorias esmaltada sobre arcilla,
son los labios dulces con corazón perverso. El que odia, disimula con sus labios,
pero en su interior comete perfidia; si da a su voz un tono amable, no te fíes,
porque hay siete abominaciones en su corazón. Encubrirá su odio con engaño,
pero en la asamblea se descubrirá su malicia. El que excava una fosa caerá en ella,
el que hace rodar una piedra se le vendrá encima. La lengua mentirosa odia a sus víctimas,
la boca melosa labra la ruina.

 

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Al sabio se opone el necio, que, en la primera parte del capítulo, es descrito en sus actitudes para evitar compartir sus decisiones y responder de forma errónea a su comportamiento. La Palabra de Dios quiere poner un límite entre el sabio y el necio. En efecto, ante la vida no se puede vivir de forma conformista, como si se pudiera dar razón a todos y escoger sólo en base a las propias convicciones. El hombre de Dios sigue la palabra del Señor y se somete a ella, mientras que el necio se sigue a sí mismo, su instinto y sus costumbres. Al necio se une el perezoso, que por su orgullo no está dispuesto a cambiar la forma de vivir: "El perezoso se cree más sabio que siete que responden con acierto" (v. 16). La raíz de la necedad está en el rechazo a dejarse conducir por el Señor, aceptando esa regla que el libro de los Proverbios ha dado desde el comienzo: escuchar como hijos la voz del Padre. A continuación se vuelve a reflexionar sobre la palabra (vv. 17-28). Qué importante es la palabra en la vida de cada día y en las relaciones entre las personas. Si seguimos las reflexiones de estos versículos encontramos muchos comportamientos cotidianos sobre los que sería oportuno reflexionar mejor. Ante todo las riñas, alma también de nuestra sociedad. Chismosos, camorristas, labios melosos, engaños, llevan a la construcción de un mundo dividido, donde cada uno se afirma a sí mismo, inconsciente del mal que provocan tales actitudes. "La lengua mentirosa odia a sus víctimas, la boca melosa provoca la ruina" (v. 28), es la amarga conclusión del texto. Según el profeta Jeremías la "mentira" está en la base de quien vive sin Dios y se considera a sí mismo como la medida única de la historia. El "diablo", además de ser un espíritu de división, es también el espíritu mentiroso. Para la Biblia, división y mentira caminan juntas y expresan la decisión de hombres que viven para sí mismos y hacen de su propio yo la regla de referencia de sus decisiones y comportamientos. Por esto el capítulo se abre con la reflexión sobre el necio y se cierra con la referencia a la mentira y a la adulación. Todo es engaño para quien vive para sí mismo. Por eso hay que cuidar la lengua, para que escuchando al Señor pueda expresar la verdad de una palabra que no viene de nosotros, sino del Señor.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.