El papa Francisco en Kazajistán, mensajero de diálogo y unidad

Artículo de Andrea Riccardi

El papa Francisco en Kazajistán, mensajero de diálogo y unidad

El papa Francisco y Al Tayyb, el gran imán de Al Azhar, se saludan al inicio del Congreso de las Religiones Mundiales en Kazajistán - Foto Vatican Media

El motivo ha sido el VII Congreso de Religiones Mundiales y Tradicionales. El patriarca Kiril de Moscú no participa

El papa Francisco va a Kazajistán, donde vive una comunidad de 250.000 católicos en medio de casi 19 millones de habitantes. La visita forma parte de su estrategia pastoral de atención a las pequeñas comunidades católicas en situación de minoría. De hecho, en el país predominantemente musulmán, los cristianos son mayoritariamente ortodoxos (el 25% de la población) y pertenecen a la Iglesia rusa. 

La ocasión del viaje es también el 7º Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, que se celebra cada tres años. Los congresos fueron iniciados en 2003 por el debatido presidente Nursultán Nazarbayev y son un evento promovido por el gobierno en el que participan personalidades religiosas de todo el mundo, como el Gran Imán Al Tayyb al frente de Al Azhar, la universidad musulmana más reputada.

Sin embargo, en la reunión de este año falta el patriarca de Moscú, Kiril, para evitar el encuentro con Francisco, algo que al Papa le habría gustado, al parecer, entre otras cosas por la crisis que se abrió entre las dos Iglesias tras la invasión rusa de Ucrania.

El viaje demuestra, una vez más, que el diálogo interreligioso es un elemento básico de la agenda de Francisco, que tiene en su haber logros relevantes, como la relación con al Tayyb, al que recibió varias veces en el Vaticano y al que visitó en El Cairo. De particular importancia es el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común, firmado en 2019 en Abu Dabi por el Papa y el Gran Imán. Francisco se refirió a este texto en la encíclica Fratelli Tutti: con al Tayyb «hemos declarado firmemente», escribió, «que las religiones nunca incitan a la guerra y no solicitan sentimientos de odio, hostilidad, extremismo ni invitan violencia o derramamiento de sangre». 

En un momento en que la globalización se ve amenazada por un clima de grave tensión internacional, el mundo religioso se ve desafiado por los nacionalismos. El cristianismo ortodoxo, debido a la crisis de Ucrania, está destrozado. Sin embargo, las religiones, con su tensión universal y su diversidad, recuerdan el destino común de las mujeres y los hombres. El diálogo entre ellos y el compromiso con la paz parecen es el gran logro que tuvo lugar entre el siglo XXI y el siglo XX. 

Las religiones juntas, sin confusión pero de manera fraterna, expresan una globalización espiritual que contrasta con la fragmentación conflictiva de la vida internacional. Este proceso de acercamiento empezó con el encuentro entre líderes religiosos que Juan Pablo II convocó en Asís en 1986. Aquel evento, que superó distancias seculares, puso a los líderes religiosos frente al desafío de la paz en un mundo entonces marcado por la guerra fría. El papa Wojtyla hizo mucho hincapié en aquel punto de inflexión: «en la historia de la humanidad, hemos hecho que el vínculo intrínseco entre una actitud auténticamente religiosa y el gran bien de la paz sea evidente para todos». En más de 35 años, este proceso ha continuado, también gracias al impulso del papa Bergoglio. 

Sin embargo, hoy en día las comunidades religiosas se enfrentan al desafío de nacionalismos y belicismos, que les exigen solidaridad y legitimidad. La presencia del Papa en los encuentros interreligiosos es un estímulo para que no decaiga el horizonte universalista y pacífico de las religiones, para evitar que sean absorbidas por una lógica antagónica.

 

Artículo de  Andrea Riccardi en Famiglia Cristiana del 18/9/2022

[Traducción de la redacción]