La huida de Nagorno-Karabaj, el enésimo éxodo de los armenios

Ciento cincuenta mil personas abandonan la zona tras la rendición a las tropas azeríes. Rusia, histórica protectora de los armenios, está ocupada en otra parte

Parece una historia que se repite: los armenios huyen de sus tierras ancestrales, y dejan sus poblaciones con las típicas iglesias de cúpula cónica. Está ocurriendo en Nagorno-Karabaj, enclave armenio de menos de 150.000 habitantes en el territorio de Azerbaiyán que en 1991, con el fin de la URSS, se proclamó república autónoma, con el apoyo de Armenia. Las tropas azeríes ahora han logrado la rendición de las tropas locales y se disponen a absorber la región de Azerbaiyán, tras una grave crisis humanitaria que está afectando a los armenios aislados. Es una historia casi olvidada, menor frente a la guerra de Ucrania. Pero está asociada a aquella crisis. Rusia, histórica protectora de los armenios, está ocupada en otra parte. Nuevas relaciones occidentales del gobierno de Ereván no colman el vacío de la antigua potencia «imperial», que tiene 2000 soldados en el Alto Karabaj y una base en Armenia. Ahora los armenios del Alto Karabaj huyen (a través de la única vía que, aunque con ciertas dificultades, sigue abierta) y temen por su supervivencia bajo control azerí.

En la conciencia armenia pesa el recuerdo de una historia larga y dolorosa de éxodos y masacres: la que llevó al fin de los armenios en Anatolia durante la Primera Guerra Mundial, fruto de la limpieza étnica. Hoy, en Turquía quedan 50.000 armenios en Estambul, además de los inmigrantes de Armenia y los descendientes de armenios que se convirtieron al islam o los criptoarmenios. La sombra del Metz Yeghern, el gran mal de la masacre, agita la conciencia armenia como una historia que se repite o un destino al que hay que rebelarse.

Los armenios convivieron durante siglos con otros pueblos en territorios mixtos del Cáucaso o en tierras otomanas. Hoy la república armenia, con tres millones de habitantes, es la única tierra armenia (al 94%). Allí han llegado refugiados de otras regiones (también de Siria) y llegarán del Alto Karabaj. La configuración geográfica de Armenia es particular: en el sur un amplio corredor armenio divide Azerbaiyán desde Najicheván, región que pertenece a Azerbaiyán. Otro motivo de tensión entre Armenia y Azerbaiyán. Estas particularidades geográficas demuestran que el Cáucaso es una mezcla de personas diferentes, musulmanes y cristianos.

Los nacionalismos han arruinado la convivencia. En 1905 hubo graves enfrentamientos en Bakú entre armenios (todavía vivían allí, y muchos eran personas acomodadas) y azeríes. Poco después, el Imperio otomano ideó la eliminación de los armenios.  En 1936 Stalin creó Georgia, Armenia y Azerbaiyán. La población era básicamente mixta. Había azeríes que vivían en Armenia y armenios que vivían en Azerbaiyán. El Alto Karabaj fue asignado a esta última república. Se le concedió un estatuto de autonomía. El Kremlin velaba por la región hasta que se disolvió la URSS.

Entonces empezaron las guerras. La primera, en 1994, con 30.000 muertos: Armenia ganó ocupando territorios azeríes que creaban una continuidad territorial con el Alto Karabaj. Allí donde la población se desplazaba, eran violados o borrados los signos de la presencia del otro. El Alto Karabaj se convirtió en un símbolo para el nacionalismo armenio. En Azerbaiyán había una gran frustración por la derrota. Veinticinco años después, Azerbaiyán ha cambiado: es rico en yacimientos de gas y petróleo, y gracias al apoyo de Turquía, es militarmente fuerte. Hoy los hidrocarburos azeríes son decisivos para que Europa ―Italia incluida― sea energéticamente independiente de Rusia. 

En 2020, en la segunda guerra entre azeríes y armenios, el gobierno de Bakú recuperó el territorio que había perdido y solo quedó bajo control armenio el Alto Karabaj, una «isla» en territorio azerí, unida a Armenia por una carretera (mientras que los azeríes obtuvieron facilidad de paso a través del territorio armenio con Najicheván). El acuerdo se alcanzó gracias a la mediación de Putin. Era previsible que habría un tercer acto de guerra por parte de un Azerbaiyán reforzado económica e internacionalmente. El acercamiento a Estados Unidos del primer ministro armenio Pashinyan, que es acusado en Armenia de haber confiado en Rusia, no ha cambiado la situación geopolítica. Ahora, no solo Armenia ha perdido el control de un territorio histórico, sino que se siente aislada y frágil ante los más de diez millones de azeríes, aliados de Turquía, y teme por su integridad. Entre otras cosas porque, por desgracia, en el panorama internacional, los contenciosos se resuelven demasiado a menudo con las armas.

Andrea Riccardi

25 de septiembre de 2023

corriere.it

[Traducción de la redacción]