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Andrea Riccardi visita Ucrania: primero Irpin y luego Bucha, donde rinde homenaje a las víctimas y celebra una asamblea con la Comunidad de Kiev

La visita de Andrea Riccardi a Ucrania prosigue hacia el este, hacia la región de Kiev.
En Irpin y Bucha, localidades de los alrededores de la capital que fueron blanco de intensos ataques al inicio del conflicto, son evidentes los signos de la destrucción y el horror de la guerra.
En Bucha Andrea Riccardi y algunos representantes de las Comunidades de Sant'Egidio de Ucrania visitaron el memorial de las víctimas de la violencia y depositaron una corona de flores.
En Irpin el verano de 2022 la Comunidad de Kiev empezó la Escuela de la paz para que los niños, que habían vivido momentos terribles, pudieran jugar y sonreír y recuperar la infancia perdida.
En Kiev se celebró una asamblea en la que participaron unas 160 personas de la Comunidad. Muchos son jóvenes, pero también hay numerosos personas adultas, ciudadanos de Kiev y personas desplazadas de regiones más afectadas por la guerra. Los que fueron ayudados ahora han empezado a ayudar a los demás y se han unido a la Comunidad en su trabajo de solidaridad y cercanía con los refugiados.
Fue una ocasión para destacar la unidad de la Comunidad que nunca ha dejado solos a los ucranianos y los ha ayudado con la oración y con un gran programa de ayuda humanitaria.
Algunos explicaron que, con la ayuda y el apoyo de la Comunidad, decidieron seguir llevando comida a los sin techo de Kiev incluso durante los momentos más dramáticos de los bombardeos. Todos coincidieron en afirmar que los centros de distribución de ayuda son lugares donde, en primer lugar, se da esperanza a través de la hospitalidad, el cariño y la integración. Es sorprendente ver cómo Sant’Egidio se ha convertido en una familia extendida en la que todos tienen un lugar.
Los Jóvenes por la paz explicaron su encuentro con los niños marcados por la guerra, tristes, sin palabras ni sonrisas. En las escuelas de la paz de Irpin y de Kiev estos niños, rodeados por el cariño, han recuperado la infancia que parecía perdida. Eso da fuerza a los jóvenes que comprenden que ante la guerra la última palabra no la tiene la impotencia sino que en la Comunidad las decisiones de cada uno pueden ser decisivas y cambiar la vida de las personas.