Una delegación de la Comunidad de Sant’Egidio ha sido invitada del 6 al 11 de septiembre a Ulan Bator, en Mongolia, y ha sido recibida por el presidente de la República Tsakhiagiin Elbegdorj junto a varios exponentes del mundo político.
La visita se enmarca en el marco de apoyo de la Comunidad de Sant’Egidio al proceso en curso de abolición de la pena de muerte, que el presidente Elbegdorj empezó en enero de 2010 con una moratoria unilateral de las condenas y de las ejecuciones.
En una fase delicada, en la víspera del debate parlamentario sobre la aprobación del proyecto de ley presidencial que quiere eliminar la pena capital del código penal local, la Comunidad de Sant’Egidio ha querido manifestar al jefe del estado su total apoyo a una iniciativa extraordinaria y sorprendente que, si tiene buen resultado, llevará a Mongolia a ser uno de los pocos países asiáticos sin muerte de Estado.
El centro de las conversaciones son también las estrategias que hay que aplicar en la próxima votación de la Asamblea General de la ONU de la nueva Resolución sobre la Moratoria Universal, y la posible realización también en Ulan Bator de la jornada internacional contra la pena de muerte Ciudades por la Vida, organizada por la Comunidad de Sant’Egidio el 30 de noviembre de 2010.
Para involucrar a la sociedad civil en el camino abolicionista, la delegación de la Comunidad ha realizado varias conferencias con los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Ulan Bator, con numerosos exponentes de la prensa y de las televisiones locales, y con las principales asociaciones humanitarias que trabajan en la capital.
En el ámbito de un profunda espíritu de colaboración con el Gobierno de Mongolia, que ocupó el cargo el pasado mayo, en ocasión del congreso de ministros de Justicia, la Comunidad de Sant’Egidio espera que se llegue pronto a la completa abolición por ley de la pena de muerte en el país, y se ofrece a compartir todos los esfuerzos del Presidente Elbegdorj y de sus colaboradores, para que Mongolia se convierta en un modelo de tolerancia y de humanismo para todo el continente asiático, con una moderna concepción de justicia que tenga por objetivo la rehabilitación y no la venganza, manteniendo el respeto sagrado de la vida de todos los hombres. |