La secuencia de actos racistas en Italia es impresionante. Nápoles, Milán, Parma, Roma. Pero hay quien no se avergüenza, desde posiciones de responsabilidad en las administraciones públicas y en el Parlamento, a incitar el desprecio hacia los inmigrantes, gitanos, rumanos, islámicos, de vez en cuando.
Después de la paliza inquietante de Parma por parte de funcionarios públicos, y la paliza de muerte de un ciudadano italiano de piel oscura cerca de la Estación Central de Milán, las palizas de Roma, en Torbellamonaca confirman un clima enloquecido de ignorancia, racismo y brutalidad que contagia de vez en cuando ambientes y ejecutores diversos. Es un clima irresponsable e irrespirable de “caza al diferente” que amenaza de enfermar la convivencia en nuestras ciudades y de pensar la violencia como una forma “normal” y, al final, excusable, porque se está convirtiendo en una compañía ordinaria en el paisaje urbano.
La Comunidad de Sant'Egidio condena esta violencia y el clima de “chivo expiatorio” que invade el discurso público y estropea las mentes y los comportamientos, también en las generaciones más jóvenes. En nombre de la ciudad de Roma y del País sentimos el deber de pedir disculpas por esta intolerancia violenta a todas las víctimas, y les invitamos a responder con gestos de solidaridad y de aislar a quienes siguen a justificando o alimentando el clima de desprecio hacia los ciudadanos extranjeros y a los que están luchando para inserirse e integrarse en nuestro país. |