La Comunidad de Sant’Egidio se alegra por la decisión del alcalde de no proceder con el desalojo del asentamiento de via Cave di Pietralata y de suspender en los próximos días los desalojos previstos, como se había pedido. El desalojo había sido confirmado por la policía local, que había avisado directamente a los afectados. También habían recibido confirmación en el mismo sentido los habitantes del barrio, la parroquia y el distrito.
A propósito de esta noticia, cabe destacar que la Comunidad de Sant’egidio nunca ha lanzado “invectivas” (no entendemos a qué se puede referir el alcalde) sino únicamente propuestas, como suele hacer, invitando a la Administración a no crear situaciones lamentables y sufrimientos inútiles, y a no dispersar los núcleos familiares: un grave error al que, aunque tarde, se ha puesto remedio gracias al trabajo de la iglesia local de Roma.

No es el estilo de la Comunidad de Sant’Egidio lanzar invectivas. La Comunidad de Sant’Egidio, acusada de estar “fuera de la realidad” (aunque la suspensión de los desalojos y la conclusión de los acontecimientos de la Basílica de San Pablo demuestran que sólo las propuestas presentadas desde el inicio por la Comunidad eran las únicas practicables), invita a todos a rebajar el tono, también en las palabras y en los mensajes que se lanzan a la población. Si se entendiera por "invectivas" el ejercicio responsable del deber moral de crítica ante actuaciones que no responden a una mínima línea de acogida y humanidad, así como de respeto de las familias y de su integridad, ello sería preocupante. La Comunidad de Sant’Egidio ha utilizado siempre un tono respetuoso que no se ha centrado jamás en las personas sino en las condiciones de vida de los gitanos rom y en el respeto de los derechos humanos más elementales. Y todo ello incluso ante reacciones un tanto subidas de tono.

 

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