Una utopía en un joven crece bien si está acompañada de memoria y de discernimiento. La utopía mira al futuro, la memoria mira al pasado, y el presente se discierne. El joven tiene que recibir la memoria y plantar, arraigar su utopía en esa memoria. Discernir en el presente su utopía, los signos de los tiempos, y así ya la utopía va adelante pero muy arraigada en la memoria, en la historia que ha recibido, discernida en el presente -necesitamos maestros de discernimiento para los jóvenes-, y ya proyectada hacia el futuro.
La clave para afrontar "la emergencia educativa" es el encuentro entre generaciones, el encuentro entre jóvenes y ancianos. El encuentro de los chicos con los abuelos es clave para recibir la memoria de un pueblo y el discernimiento en el presente. Entonces, memoria del pasado y discernimiento del presente, utopía del futuro. En ese esquema va creciendo la fe de un joven. Es el problema de la cultura del descarte. Hoy día, por la economía que se ha implantado en el mundo, en el centro está el dios dinero y no la persona humana, y todo lo demás se ordena según eso, y lo que no cabe en ese orden, se descarta. Y se descartan los chicos que sobran, que molestan o que no conviene que vengan. Se descartan los viejos, se tienden a descartar.
28/2/2014 Alocusión del Papa a los Miembros y Consejeros de la Pontificia Comisión para América Latina
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