"No queremos permanecer en la indiferencia, sino pararnos, para que Roma no sea una ciudad violenta”. Las palabras que invitan a la oración resuenan en la estación de metro de Anagnina, en Roma, a pocos pasos de donde, hace pocos días, una mujer, Maricica Hahaianu, de nacionalidad rumana, estuvo en el suelo durante un largo tiempo, tras una agresión sufrida por un motivo banal.
Precisamente allí, ayer, entre las 17.30 y las 19.00, cientos de personas respondieron a esta invitación, y se pararon, participando en los momentos de oración que hizo la Comunidad, en varios momentos durante toda la tarde. Entre ellos, había también algunos colegas de la mujer, enfermera de la clínica romana Villa Fulvia, y muchos que quisieron mostrar así su deseo de participar a construir una convivencia pacífica en la ciudad.
Mientras las noticias sobre la salud de Maricica se hacen cada vez más dramáticas, desde el lugar de la agresión se eleva la voz pacífica de muchos que desean que se instaure un clima de no violencia y de solidaridad.
Se puede ver el vídeo en La Stampa.it
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