El Universo (Ecuador) | 28 Mars 2010 |
La solidaridad según San Egidio |
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¿Qué necesita el ser humano para sentirse realizado? Un grupo católico destaca que lo más importante es ayudar con amor a otro ser humano.
Doña Blanca Guerrero está feliz. Cumple 78 años y los celebra a eso de las 10:00 junto con buenos amigos que la han acompañado cada mañana de domingo durante casi seis años. “Es 21 de marzo. ¡Claro que sí! Gracias a Dios estoy compartiendo con gente buena. Solo puedo agradecer a Dios por todo lo que me da”, indica esta amable mujer que tiene tres hijos adultos y un puesto de caramelos en Colón y Chile, pero que ahora recibe abrazos en una improvisada reunión afuera de la iglesia La Merced, la cual resulta feliz a pesar de no haber pastel ni velas ni regalos ni serpentinas.
El brindis es con un vaso de leche y el piqueo con galletas de sal. Es el desayuno que los miembros de la comunidad San Egidio han traído este domingo para repartir a más de 50 personas que venden golosinas, cuidan carros, piden caridad o deambulan en el centro de la urbe.
Eveling Vélez, ingeniera comercial de 37 años que esta mañana departe con doña Blanca, destaca que el carisma de San Egidio es el servicio al necesitado, el amor al evangelio y la paz. Ella ha pertenecido a la comunidad San Egidio desde sus inicios en el 2004, invitada por su amiga Scarlet Icaza, quien junto a Fabrizio Zavala y José Rodríguez aceptaron la propuesta que un delegado italiano realizó a una multitud de asistentes en una reunión en un club local para formar en Guayaquil un brazo de esta comunidad nacida en Roma en 1968, teniendo como uno de sus propósitos convertir a los pobres en sus hermanos.
Un servicio necesario
Comenzaron pocos reuniéndose en la parroquia Santa Isabel, de Sauces 6, pero así fueron llamando a sus amigos y conocidos hasta sumar hoy casi 40 integrantes en Guayaquil, adolescentes y jóvenes profesionales, quienes desde hace un año se reúnen desde las 20:00 de cada viernes y sábados a las 18:30 en su sede en Alborada, décima etapa (manzana 207 villa 12).
Ellos coinciden en que la palabra del evangelio debe estar compartida con acciones reales hacia los demás, lo cual resulta también de gran beneficio para el que entrega. Carolina Aragundi, decoradora de 38 años, señala que ese amor al prójimo la motivó a madrugar ese domingo a pesar de llevar tres días con dolores estomacales. “Ellos (las personas que visitan) nos alegran la mañana. Son como nuestra familia y estamos aquí para servirlos. Porque esto no es una labor, es un servicio que damos con amor”, dice mientras comparte con señoras como Berta Peña y Juanita Quiroz, quienes piden caridad a las personas que salen de misa. Ellas concuerdan en que extrañan cuando algún voluntario falta a la cita del domingo.
Mientras un grupo realiza el servicio social en el centro, otro atiende a 50 de niños en la Escuela de la Paz, que funciona en su sede. Álex Jácome, ingeniero eléctrico de 26 años, explica que esta iniciativa busca crear un entorno positivo para niños de escasos recursos y así alejarlos de la violencia. “Tratamos de crearles un ámbito familiar para ayudarlos en sus tareas escolares, jugar y realizar actividades educativas. Todo para que vean en nosotros a su familia, a alguien en quien confiar”, refiere sobre ese servicio humanitario que San Egidio cumple en 60 países del mundo.
Celebración por 42 años
La visión de la palabra unida a la acción fue afianzada en la reunión cumplida en Lima a mediados de este mes durante un congreso andino que celebraron con motivo de los 42 años de la comunidad. Una docena de jóvenes guayaquileños se juntaron con miembros de Colombia, Bolivia y Perú para compartir experiencias con el italiano Andrea Riccardi, fundador de la comunidad cuando tenía menos de 20 años.
“Andrea confirmó nuestros valores, que todos somos hijos de Dios y hermanos de los necesitados. Y que debemos mantenernos siempre unidos –indica Sandy Avilés, licenciada en turismo de 33 años–. Con esa visión católica servimos al prójimo para escucharlo y atenderlo en sus necesidades físicas y espirituales. Ese es el mejor complemento para la oración”. (M.P.)
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